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“Somos todos Douro”, la cultura del vino en una de las regiones más vinícolas del mundo
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CIUDAD EUROPEA DEL VINO 2023

“Somos todos Douro”, la cultura del vino en una de las regiones más vinícolas del mundo

Actualizado 07/02/2023 16:31
Raquel Martín-Garay

El Douro portugués, Patrimonio Mundial de la Humanidad, ostentará el título acogiendo numerosas actividades para dar a conocer su identidad vitivinícola

La Ciudad Europea del Vino este año no es una ciudad, sino toda una región con notoriedad viticultora a nivel mundial. Con más de 4.000 km2, aglutinando 19 concejos, más de 200.000 habitantes y unos 22.000 productores de vino, el Douro portugués es la Ciudad Europea del Vino 2023, cogiendo el testigo de Aranda de Duero (Burgos).

El Douro, primera región del mundo en obtener la denominación de origen (en 1756), conocida por su vino licoroso llamado de Oporto, por sus vinos de mesa DOC Douro y por sus espumosos, está asociada también a una imagen, la de viñedos suspendidos en bancales, a lo largo de montañas serpenteantes que se extienden hasta donde la vista alcanza, en las márgenes de un río donde en otro tiempo se dice que hubo oro y que constituye el verdadero oro de esta tierra.

Hacer navegable el río y cultivar estas montañas fue una tarea prodigiosa realizada por las gentes del Douro, con respeto al agua y a la tierra, materializando con paciencia su fertilidad.

La región se extiende al sur y al norte del río Duero, desde la frontera con España en las Arribes hasta casi su desembocadura en Oporto. Es una de las más grandes del país, contorneada por Tras-os-Montes, la Beira Alta y el litoral, mezclando orografías y climas.

Durante todo el año 2023 se sucederán los eventos en el Douro portugués. La apertura oficial ha tenido lugar el pasado fin de semana en Lamego, una de las ciudades más monumentales de la región, célebre por sus caves de espumoso. Realzar el Douro en sus diversas facetas es la misión de este galardón. Desde la perspectiva viticultora, pero también la ambiental, cultural y monumental, pues todas ellas conforman la identidad del Douro Vinhateiro.

Las características geológicas de la cuenca del Duero en su parte portuguesa condicionaron la vida de sus habitantes, sometiéndoles a un aislamiento que les nutrió y del que salieron entregándole al mundo el néctar de sus uvas. El llamado vino de Oporto se produce casi 200 km hacia el interior de la metrópoli atlántica. La primera remesa conocida de vino de Oporto data de 1678. Desde el siglo XVII se comercializa de la mano de unos socios que se tornaron fundamentales en la distribución, los británicos.

Tan apreciado en la vertiente del consumo como desconocido en la fase de producción, viajar por el Douro fue una posibilidad cuando la navegabilidad del río se volvió más segura y el ferrocarril llegó hasta el Douro Superior, conectando la región con el resto de Europa, por mar hacia el oeste, y por tierra hacia el este. Pero todo se hizo por el vino. Y por el aceite, por los frutos secos, por las manzanas y cítricos, que generosamente daban las laderas, desde la orilla hasta la cumbre, para deleite del resto del mundo. Pero, principalmente, por el vino.

El tren del Duero entre Oporto y Salamanca se construyó a finales del siglo XIX debido a la iniciativa y el apoyo financiero de la burguesía portuguesa norteña, abriendo una puerta de entrada y salida de mercancías y personas que favorecía sus intereses. En ella viajó muchas veces Miguel de Unamuno, para encontrarse con su amigo Guerra Junqueiro, en la quinta de éste, cercana a Barca d´Alva, o asistir a las reuniones de la gestora ferroviaria de la que formaba parte. También Jacinto (Eça de Queirós, A Cidade e as Serras) realizó por esta línea la parte final de su viaje hasta su quinta de Tormes, procedente de París, dejando atrás el mundanal ruido para abrazar el silencio del Douro.

Símbolo del espíritu emprendedor, laborioso y humanista de la región vitivinícola es doña Antónia Adelaide Ferreira, una mujer del vino. La determinación de la Ferreirinha posicionó el Douro dentro y fuera de Portugal. Hábil para las cuentas, para entender la tierra, para anticiparse a los nuevos tiempos, presionaba a los poderosos y ejercía su compromiso con los desfavorecidos. Una pionera de la responsabilidad social empresarial y del humanismo económico.

Una de las características del paisaje del Douro son los kilómetros y kilómetros de muro construidos para sujetar los viñedos, formando terrazas casi verticales, donde parece impensable, aún hoy, que pueda trabajar el ser humano. Los durienses también son expertos pedreros, en esta tierra pizarrosa, rica en esquistos, expuesta a un sol de justicia en verano y al relente del río en invierno.

Por sus vinos, su forma de cultivar la viña, el paisaje y toda la sabiduría ancestral asociada al oficio, el Douro Vinhateiro fue declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 2001. En su parte más oriental, además, la región consiguió esta clasificación para los grabados rupestres del valle del río Côa, en 1998. El Museo del Côa se ubica a la altura de la desembocadura del afluente en el Duero, en el término de Vila Nova de Foz Côa, donde es posible aprender sobre arte paleolítico y participar en visitas guiadas a los yacimientos.

Las actividades que se desarrollen a lo largo de este año serán participadas por los 19 municipios que conforman la demarcación: Alijó, Armamar, Carrazeda de Ansiães, Freixo de Espada à Cinta, Lamego, Mesão Frio, Moimenta da Beira, Murça, Penedono, Peso da Régua, Sabrosa, Santa Marta de Penaguião, São João da Pesqueira, Sernancelhe, Tabuaço, Tarouca, Torre de Moncorvo, Vila Nova de Foz Côa y Vila Real.

Para inaugurar el año, ha tenido lugar la primera Convención Europea de los Territorios Vinateros, celebrada en Vila Nova de Foz Côa del 1 al 4 de febrero. El encuentro fue organizado por la Asociación de Municipios Portugueses del Vino (AMPV) junto con la Red Europea de Ciudades del Vino (RECEVIN), culminando con la gala de presentación oficial del Douro como Capital Europea del Vino, en la ciudad de Lamego.

La candidatura del Douro demostró las ganas de la región por mostrar sus diferentes caras, como una de las zonas más exportadoras de Portugal, gracias a la industria vitivinícola, pero también dando relevancia a los nuevos proyectos de enoturismo sostenible, de agroindustria, de turismo ferroviario, religioso y monumental.

Para una región que recibe al año más de un millón de visitantes, a la que mayoritariamente se llega por el río y mediante el ferrocarril, para conocer un entorno eminentemente rural, probablemente el mayor desafío sea conseguir el equilibrio entre preservarse y mostrarse. Quien aquí viene no lo hace solo para probar vino de Oporto o vino Douro DOC, cosa que podría experimentar en cualquier parte, sino para conocer cómo viven las gentes que lo producen.

Hace más de un siglo, el Douro se abrió al mundo, primero gracias al ferrocarril, después a las esclusas y luego a las carreteras. En esta oportunidad, el Douro quiere “traer el mundo al Douro”, afirma la Comunidad Intermunicipal do Douro (CIMDOURO), coordinadora del trabajo en red de los 19 concejos.

En esta parte del globo, la vida hace mucho tiempo que gira alrededor del vino y de un río, por eso, no es de extrañar que el lema de la Ciudad Europea del Vino 2023 sea “All Around Wine, All Around Douro”.

La Ciudad Europea del Vino es un concurso anual de la Red Europea de Ciudades del Vino (RECEVIN) surgido en 2012, que tiene como objetivo dar a conocer las regiones europeas productoras de vino.

Podemos adentraremos en la región del Douro por el sur desde Viseu, por el norte desde Vila Real, por el este desde las Arribes salmantinas (Freixo de Espada à Cinta, Torre de Moncorvo, Vila Nova de Foz Côa) o por el oeste desde Oporto, dirigiéndonos una hora aproximadamente hacia el interior.

Más información sobre la agenda de eventos a través de la aplicación Douro Capital Europeia do Vinho, ya disponible para Android e IOS.