Un guijarro, 20 yuanes y unas cuantas estrellas
Un nadador acaba con la piscina olímpica, la destroza, la hace suya, la gira y azota con sus brazos y hombros poderosos, Atlas de una nueva Atenas.
Un nadador acaba con la piscina olímpica, la destroza, la hace suya, la gira y azota con sus brazos y hombros poderosos, Atlas de una nueva Atenas.
El asombro de vivir carecía de importancia y todo se reducía, como el polvo, o la muerte, a un sueño infinito, de pasión y búsqueda.
Tomé unas notas manuscritas y las esparcí en la alfombra, como semillas mágicas que al caer leyeran unas suertes virgilianas.
Contempla en las pupilas de sus ojos, la lágrima que humecta la poesía.