Fuenteguinaldo despide a San Bartolomé con un último encierro a caballo de sabor familiar
Las fiestas terminan con el día de Las Peñas en las que predominan las actividades taurinas
El eco de los cascos retumbó una vez más en la tierra serrana. El último encierro a caballo de Fuenteguinaldo discurrió compacto, armónico, casi como una danza entre reses y jinetes. Fue un encierro en familia, con caballistas de la casa, conocidos y reconocidos por los suyos, que mostraron con destreza ese temple heredado de generaciones acostumbradas a medir el pulso del campo y la bravura. El ganado bravo, siempre centro de todas las miradas, pudo contemplarse con claridad, guiado con firmeza y elegancia hasta desembocar en la Plaza Mayor, convertida por unos días en coso taurino.
Con esta estampa, el pueblo puso punto final a las celebraciones en honor a San Bartolomé. Quedan ya atrás los días de paroxismo festivo que arrancaron el pasado 16 de agosto y que alcanzaron su cénit con la feria tradicional, preludio de un programa en el que no faltaron el pregón de peñas, la música, los encuentros fraternales y, por supuesto, los esperados encierros a caballo del viernes - sábado y domingo. Cada jornada congregó a miles de visitantes, atraídos por la singularidad de unos festejos que aúnan tradición, emoción y un aire inconfundible de comunidad.
La jornada de clausura, este lunes, reservó para la tarde una capea popular en forma de Gran Prix, en la que las vaquillas compartieron protagonismo con la risa y la complicidad de los participantes. El posterior encierro urbano puso el broche a unas fiestas que, un año más, confirman a Fuenteguinaldo como uno de los enclaves donde la memoria taurina sigue latiendo con vigor, entre la hospitalidad de sus gentes y la fuerza de una tradición que resiste al tiempo.
