Divertida tarde con el toro del cajón y tres vaquillas en Villar de la Yegua

La comarca del Argañán se sumerge estos días en el corazón de sus celebraciones patronales. Villar de la Yegua, pequeño en tamaño pero grande en empeño festivo, volvió a demostrar que la pasión por la tauromaquia late con fuerza en cada rincón de la comarca mirobrigense.

Allí donde asoman toros y vaquillas, el pulso del pueblo se acelera: la plaza de toros se convierte en escenario, las talanqueras en miradores y las calles en arterias de un ritual tan antiguo como querido. No es un secreto que para los consistorios de estas localidades organizar festejos taurinos implica un esfuerzo económico notable. Y sin embargo, año tras año, lo asumen con gusto, conscientes de que esos instantes de emoción compartida merecen cada desvelo. No solo porque atraen visitantes, sino porque reafirman un orgullo común: el de mantener vivo un legado que hermana generaciones.

El viernes en la tarde, la cita cumplió con creces las expectativas. El toro del cajón, procedente de la ganadería de Andrés Celestino García, ofreció un juego vibrante. Sus arrancadas contra el vallado y sus idas y venidas por el recorrido marcaron la tarde, bajo un cielo amable y una temperatura que, tras los rigores de días anteriores, regaló la tregua perfecta. Centenares de vecinos y forasteros se acomodaron en balcones y talanqueras, atentos a cada quiebro, a cada embestida, a cada carrera que dibujaba el animal con la nobleza de su estirpe.

No obstante, el toro se resistió a retirarse. Su bravura lo llevó a demorarse en la vuelta a los chiqueros, hasta que la pericia de los caballistas con sus garrochas —los mismos que abrirán el encierro a caballo en la jornada sabatina— logró encauzarlo hacia el descanso merecido. Lejos de apagar los ánimos, aquella espera se transformó en preludio. Tres vaquillas aguardaban como reserva, y su salida al ruedo completó la tarde. Con ellas, los mozos demostraron valor y destreza, esquivando embestidas, probando reflejos y dando vida a esa danza ancestral entre hombre y toro que tanto fascina al público.

La fiesta continuó entrada la noche, cuando la orquesta abulense Impulso puso música a la verbena del viernes, prolongando la alegría hasta bien avanzada la madrugada. Pero el plato fuerte aún está por servirse: este sábado 23, Villar de la Yegua vivirá su espectáculo estrella, con un encierro a caballo a las doce y media del mediodía y, por la tarde, la tradicional capea que pondrá el broche de oro a la jornada sabatina donde tradición y celebración se dan la mano.

Las fiestas continuarán hasta el próximo domingo 24 de agosto

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