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Villa amurallada de Numão: del medievo al Duero vinatero
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NORTE DE PORTUGAL

Villa amurallada de Numão: del medievo al Duero vinatero

Actualizado 26/04/2022 17:14
Raquel Martín-Garay

La conturbada historia de este “castillo de reconquista”, dominando los paisajes donde nace el Vino de Oporto

Rasgando los paisajes del Duero Superior, en el norte de Portugal, emprendemos camino hacia el oeste, por la bonita carretera nacional 222, partiendo de Vila Nova de Foz Côa, para pasar al otro lado del río, en dirección a São João da Pesqueira.

Aunque el objetivo es visitar el Castillo de Numão, es irresistible no apartarse momentáneamente de la carretera general para ver Freixo de Numão. Esta villa es tan rica en monumentalidad, en etnografía y vestigios, que bien merece la energía y el tiempo de una visita con calma. El museo que alberga la denominada Casa Grande es un dechado de saberes, y demostración de la importancia de este enclave, desde la prehistoria hasta el siglo XX.

Ya sabemos que el concejo de Foz Côa es famoso mundialmente por haberse descubierto en él, a principios de los noventa del siglo pasado, un enorme yacimiento de arte rupestre paleolítico, en una superficie de más de 17 km, que no deja de sorprender con nuevos hallazgos. Y sabemos también la notabilidad de estas laderas escarpadas en la producción de los mejores vinos del mundo D.O. Douro y del muy famoso Vino de Oporto.

Sin embargo, entre la inspiración de Antónia Adelaide Ferreira, -que mucho debió andar por estas abruptas tierras, por ella tenazmente domesticadas-, y con la voluntad de volver a vislumbrar el Duero, retomamos camino, ahora sí, por un verdadero valle, donde las cepas exhiben sus primeras hojas, de un tímido verde.

Dejamos atrás poblaciones y comprobamos que hay dinamismo en estas carreteras, que podrían parecer aisladas, por lejanas de los centros, pero que presentan bastante tráfico de carrinhas y todoterrenos. La actividad agrícola está volcada en viñas, olivares y almendrales, ocupando este paisaje de montículos redondeados hasta donde se pierde la vista, entreverados por palomares.

Aparecen la Quinta do Sossego y la Quinta das Três Rosas. Una nunca está segura si está siguiendo el camino correcto o si se perdió un poco, pero tampoco importa. Al llegar a un punto donde la cartelería indica el apeadero y el muelle de Vesúvio, -si seguimos el camino recto-, y Numão, con su gran fortaleza, -si giramos a la izquierda-, surgen, de improviso, las dudas.

La emblemática finca vitivinícola de la Ferreirinha está a dos o tres kilómetros de aquí, pero no es visitable. Lo era, como parte del deslumbrante y lujoso viaje en el Tren Presidencial, que partiendo de Oporto llegaba hasta aquí, dando la posibilidad a los afortunados viajeros de deambular y curiosear por el hogar de la pionera empresaria del vino y también entrar en sus lagares y bodegas. The Presidential desapareció en 2020, pero aún pasa por aquí, al lado de la casa y paralelo al Duero, el tren regular de la línea del Duero (Oporto-Pocinho), con parada en el apeadero de Vesúvio.

Tomaremos el desvío, decididos a conocer el Castillo de Numão, que se vislumbra desde la entrada de la población, extendida a sus pies, con enorme perímetro amurallado. Desde esta perspectiva, su silueta asemeja la espalda de un dragón dormido, avanzando en zigzag la cantería de granito.

Dentro del pueblo de Numão, todas las calles conducen a la cima del cerro donde se alza el castillo. Subimos, ya a pie, una rampa de unos 100 metros y llegamos a la puerta principal, en la cara sur de la muralla.

Nada más alcanzar el frontispicio, las vistas ya captan la atención. Hacia el sur y el oeste, la población. Hacia el sudoeste, las estribaciones de la Serra da Lapa. Y hacia el este y sudeste, la larga mancha azul sugiere que debe ser, más o menos, el lugar donde el río Teja vierte en el Duero. Estamos, efectivamente, a unos tres o cuatro kilómetros del río, volvemos a conectar con él.

Esta fortaleza militar siempre fue considerada una plaza defensiva rural, en mitad de un territorio poco poblado. Y he aquí que surge un tema bien interesante: conocer la antigüedad de este castillo.

No es tema baladí, pues podría tratarse de uno de los castillos más viejos de Europa. O no, depende de cuándo demos por cierta la fecha de su construcción, si la de sus primeros datos documentados o la de su reconstrucción definitiva, con la planta con que hoy ha perdurado.

Los estudiosos de este enclave saben que habría habido en este lugar un asentamiento prehistórico. Fueron encontrados restos de la Edad de los Metales, indicando una ocupación desde el Calcolítico o comienzos de la Edad del Bronce.

Después, tal vez, hubo aquí un castro lusitano. Se han hallado vestigios de romanización, aunque no concluyentes, y se sabe que por aquí mismo, al sur del recinto fortificado, pasaba una calzada romana.

La primera vez que esta fortaleza de Numão aparece referida documentalmente es en el año 960, cuando Doña Flâmula, propietaria del lugar, la cede al Monasterio de Guimarães.

Si el Castillo de Burgalimar, en la provincia de Jaén, cuya construcción se estima haberse iniciado en el año 968, -según prueba la inscripción grabada en la puerta principal, depositada hoy en el Museo Arqueológico Nacional-, es el más antiguo de España y se dice que el segundo más antiguo de Europa, entonces, ¿qué lugar ocupa en ese ranking el Castillo de Numão?

El año de 1189

Parece ser que doña Flâmula sería pariente de Mumadona Dias, otra gran terrateniente de esta región. Ambas mujeres tienen su protagonismo en la historia medieval del norte de Portugal.

En el año 997 la fortaleza de Numão cayó bajo dominio musulmán, siendo reconquistada a mediados del siglo XI. En 1128 le fue otorgado su primer fuero.

A partir de ahí, queda este territorio vinculado a la defensa del incipiente Reino de Portugal, bajo la autoridad de su primer monarca, Afonso Henriques, a cuyo cuñado, Fernão Mendes de Bragança, le fue donado Numão, que acometió en él obras de reconstrucción.

Y llegamos así a un año clave en la cronología de esta edificación sobre un cerro del Duero. El año 1189 figuraba en una inscripción, hoy desaparecida, labrada en uno de los lados de la puerta occidental de la muralla. En esta fecha, el rey Sancho I mandó construir la torre del homenaje, sobre el lado oriental de la cerca.

Con el rey Dinis, ya a finales del siglo XIII, fue objeto de grandes obras y enorme ampliación. Realmente este edificio militar es bien grande, cosa que se percibe, sobre todo, al mirar la muralla por el lado oeste. Su planta es longitudinal, oval, adaptada a las irregularidades del terreno. Es considerado un castillo de montaña, entre la Serra da Lapa y el río Duero, un lugar propicio para defender al aún joven Reino de Portugal del siempre acechante Reino de León.

Las cuatro puertas de la muralla, al sur la principal, otra al oeste, al este la de San Pedro y al sudeste la puerta falsa, presentan arcos apuntados o ligeramente apuntados. Por todo esto, el Castillo de Numão es considerado de estilo gótico.

Del medievo al Duero Vinatero

Citania da Teja o Civitate Noman son alguno de los nombres bajo los que aparece referenciado este paraje y esta fortificación.

Numão vivió sus tiempos de gloria entre los siglos XII y XIV, cuando era cabeza de partido. Aun así, estas tierras no debieron estar nunca muy pobladas, considerándose éste un enclave solitario de misión puramente defensiva, un “castillo de reconquista”. Pronto la población comenzó a establecerse extramuros, posiblemente por ser el terreno más propicio y fértil.

El Castillo de Numão llegó maltrecho al siglo XX. A partir de 1944 fue objeto de grandes obras de restauración, pues había quedado prácticamente en ruinas, desde que fue progresivamente abandonado por la población y sus alcaides a partir del siglo XVI, debido a la importancia que comenzó a cobrar como cabeza de comarca una nueva villa que había sido creada a finales del siglo XIII a la altura de la desembocadura del río Côa en el Duero: Vila Nova de Foz Côa.

Una de las poblaciones de su marco de influencia, Freixo de Numão, invirtió los papeles y pasó a ser la villa dominante, quedando a partir del siglo XVI Numão bajo su jurisdicción administrativa. Hoy la localidad se integra en el concejo de Vila Nova de Foz Côa, situándose a unos 20 km de la capital de concejo.

En Numão viven actualmente unas 300 personas, e imaginamos que desde cualquier casa debe ser posible avistar el castillo, que vigila una amplia región. Desde sus 677 metros de altitud se distinguen, en días claros, los castillos de Ansiães, Penedono, Ranhados, Castelo Melhor y Castelo Rodrigo. Toda una línea de murallas para defender Portugal de la civilización musulmana primero, y del vecino ibérico, después.

El Castillo de Numão es Monumento Nacional desde 1910. Además de las grandes obras de restauración de las que fue objeto entre 1944 y 1950, las mejoras continuaron durante los años setenta y ochenta. Con el siglo XXI llegó la iluminación escénica, que visibiliza en la noche la silueta de este dragón dormido.

¿Por qué su nombre? Al pie de la puerta principal, encontramos un panel que dice “De Nauman ao Douro Vinhateiro”. En su segunda Carta de Fuero, de 1130, era llamada Civitate Noman. Las teorías de algunos estudiosos apuntan que vendría del latín ‘numa’ y ésta, a su vez, del griego, ‘ume’ o ‘umere’: humedad, río, ancho valle.

En el día primaveral que visitamos Numão, los siete colores dibujan un arco en el cielo. El arco iris nace entre el sol y la lluvia sobre los campos de vides.

En el interior del dragón dormido

La fortaleza de Numão es de planta oval irregular, adaptada al terreno, de estilo gótico.

Tras la puerta principal, o Puerta del Sol, se encuentra el cementerio, hoy ya inactivo pero aún bien cuidado, pues estuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo pasado. Junto a él se encuentran los restos de la iglesia románica de Santa María del Castillo.

Un poco más allá, en el centro de la fortaleza, está la cisterna, descubierta, de 7 metros de diámetro. La fachada occidental de la muralla es la mejor conservada, en ella se abre la Puerta de Poniente.

La muralla mantiene cuatro puertas y seis torres, aunque originariamente eran quince las torres que defendían la cerca. La puerta principal o Puerta del Sol, se localiza al sur; otra a poniente; la Puerta de San Pedro, al este, cerca de la torre del homenaje; y una puerta falsa al sudeste.

Junto a la Puerta de San Pedro, en el exterior de la muralla, hubo en tiempos una capilla dedicada al mismo santo, de estilo prerrománico, donde hoy se puede apreciar una necrópolis con 10 sepulturas antropomórficas escavadas en la roca, que por aquí llaman el Cementerio de los Moros.

Esta puerta de la fachada oriental está guarnecida por la torre del homenaje, de planta cuadrangular, tres pisos y decoración geométrica.

A partir de mediados del siglo XX se reconstruyó la muralla con reaprovechamiento de sillares, se niveló el terreno interior y se destupió la cisterna.

El Castillo de Numão pertenece hoy al estado portugués y está tutelado por la Dirección Regional de Cultura del Norte.

La paz, el silencio y las vistas son la recompensa por llegar hasta aquí. Conocer la historia de los comienzos de la nacionalidad portuguesa, entremezclada recurrentemente con la de la nacionalidad española, es un aliciente y un ir y venir a uno y otro lado.

Este es el Duero fronterizo, el Duero que marca la división entre el norte y el sur, que vio pasar pueblos nómadas que aquí dejaron su arte y otros que convirtieron las laderas de este valle en un vergel de rico néctar.

Un Duero infinito, que da aquí un vino generoso que, al bajar hacia su desembocadura, cambia de nombre y se llama de Oporto. Así podríamos seguir y seguir por los caminos del Duero, conociendo historias, pues el Duero parece no acabar nunca.

Para llegar a Numão desde Vila Nova de Foz Côa, coger la EN 222 en dirección São João da Pesqueira. A la altura de Sequeira, tomar una carretera comarcal que conduce hasta el mismo río Duero. Antes de llegar a Vesúvio, desviarse a la izquierda hacia Numão. No dejar de visitar el núcleo urbano de la población.