Los novillos de El Collado dan bastante guerra a los caballistas en el encierro dominical de...

A la hora de publicarse esta información, en plena tarde dominical, Gallegos de Argañán está viviendo la recta final de sus fiestas de la Romería en honor al Santísimo Cristo de la Exaltación, que han tenido unas últimas horas muy intensas.

Por un lado, la noche sabatina fue muy larga en la localidad gracias a la verbena amenizada por la Orquesta Kronos, que congregó a cientos de jóvenes de la comarca ?muchos de ellos de Ciudad Rodrigo- en el local de La Panera, que estuvo repleto hasta altas horas de la madrugada.

Con pocas horas de sueño en unos cuantos cuerpos, en el tramo final de la mañana dominical llegó el momento de vivir el segundo y último encierro a caballo de las fiestas, que fue totalmente contrapuesto al del sábado. Si la primera carrera se desarrolló con cierta normalidad, bajando la manada compacta hacia el núcleo urbano de Gallegos, este encierro dominical fue mucho más complicado, al darle bastante guerra a los caballistas tres de los novillos de El Collado protagonistas de la cita.

Para empezar, la manada se separó, saltando a un prado dos novillos, que se dieron la vuelta hacia el lugar de salida, logrando los caballistas meter sólo uno de ellos en la calleja hacia el pueblo. En el segundo intento, uno de los novillos se escapó rompiendo otro de los alambrados, en este caso uno más cercano al pueblo, lo que hizo que parte del público que se creía seguro tuviera que escapar, ya que el novillo llegó a alcanzar un prado donde cientos de personas estaban viendo el encierro.

Por fortuna, todo quedó en un susto, consiguiendo los caballistas volver al astado y esta vez sí encauzarlo hacia el recorrido. Con tan sólo un novillo por encerrar, todos los esfuerzos se concentraron en meterlo, algo que se consiguió alrededor de 25 minutos después de lanzarse el cohete que había anunciado el arranque del encierro.

En definitiva, un largo y divertido encierro con ese pequeño susto mencionado que provocó las risas de los que se encontraban en un lugar seguro. Por cierto, que tanto los que sufrieron ese momento de susto como los que no se asustaron ni lo más mínimo, vivieron una mañana con una climatología ciertamente desapacible.

Reportaje gráfico: Adrián Martín