Novillada sin recortes

En la tarde en que actuaban el tercer y quinto clasificado del bolsín taurino 2017 hemos vuelto a ver a plaza llena a dos jóvenes novilleros con ganas de comerse el mundo. Los dos erales pertenecían a la ganadería de Mercedes Pérez Tabernero, y eso es lo único que han tenido en común, puesto que ni en la fisonomía ni en el juego que han desarrollado, había mayor similitud.

Ismael Jiménez Rojas es uno de los dos toreros de Badajoz que han tenido la oportunidad de demostrar sus cualidades durante este Carnaval. Tercer clasificado del Bolsín debió actuar en la tarde del domingo pero compromisos adquiridos con anterioridad hicieron que tuviera que cambiar el turno con el otro novillero pacense. Al chico le correspondió un novillo muy bravo, encastado, codicioso y repetidor con el que no se arrugó nunca, le buscó las vueltas por todos lados y al que por momentos, le corrió la mano con la clase y el gusto del que ha hecho gala en los tentaderos de clasificación. Es verdad que ante tal torrente de bravura y codicia el muchacho alternó tandas de trazo limpio con otras menos claras, pero había que estar allí delante de un animal que no se aburría de embestir y que entre pase y pase no permitía la mas mínima opción de colocarse adecuadamente a menos que tuvieras el oficio de haber toreado cincuenta novilladas, que no era el caso. En el momento de coger la espada de verdad, el novillo aún tenía faena para rato, mas era cuestión de abreviar para dar paso a una tarde de cargada agenda con espectáculo de recortadores, desfile de carrozas y capea; Lo mata a la última, después de dos pinchazos, siendo premiado con una cariñosa oreja.

Playero de pitones y con menos cuajo que el jugado en anterior lugar, el eral llegado desde el Villar de los Álamos embestía soltando la cabeza, sin clase ni recorrido. En frente Adrián Villalva, un rubio torero de Albacete dispuesto a no desaprovechar tan cara oportunidad y al que no amedranta ni el feo porrazo que cobra al intentar una larga cambiada recién salido el novillo de chiqueros. También de rodillas y ya con la muleta, ejecuta un vistoso farol en una clara demostración de que no se ha dejado nada en la tierra de las navajas. Las cortas y descompuestas embestidas del eral no le permiten el lucimiento deseado pero si el reconocimiento de un público que da fe de su entrega. Acaba con el animal de una estocada siendo premiado con una oreja. Un paso muy digno de este chaval como lo ha sido el de los otros cuatro finalistas del Bolsín, en un carnaval donde tanto las ganas, la disposición, el ansia de triunfo, el toreo bueno por momentos y el manejo de la espada de los jóvenes aspirantes a fenómenos, ha quedado en buen lugar al jurado que los clasificó.

Termina el festejo y sin solución de continuidad comienza el espectáculo de los recortadores en el que la gente se entregada enseguida con ellos, reconociendo las facultades y el indudable riesgo en lo que realizan. Aunque yo sigo pensando que lo verdaderamente arriesgado, y bello, es torear.

Reportaje gráfico: Adrián Martín