Encuentros cercanos

Con este signo vencerás.

Eusebio. Vida de Constantino

Las divisiones generacionales no solo tienen como señas distintivas las edades, sino también la manera de acercarse a la información y de generar conocimiento. En los últimos años, se ha producido una brecha digital. Los conceptos de información y conocimiento se han resemantizado a tal grado que a una persona nacida en las primeras décadas del siglo xx puede resultarle del todo ajena la forma de vida derivada de las nuevas tecnologías. Las distancias se han eliminado en la aldea global y el individuo de América convive con el de Oceanía, pero asimismo, en un orden temporal, ha surgido la necesidad de una alfabetización mediática, para que todo mundo pueda tratar la información difundida por los medios de comunicación ligados a las innovaciones tecnológicas.

La red informática se ha puesto de relieve como una necesidad imperativa para la cooperación económica y el desarrollo de las naciones. Ha emergido la obligación de conocer la gramática y la sintaxis de la web. El mundo virtual ha entrado hasta el tuétano del hombre, posiblemente sin que él haya sido consciente. Este mundo de los píxeles convive con el de los átomos, pero al parecer ya lo ha aventajado y lo tiene sometido bajo los talones.

Si de una parte, las zonas geográficas menos favorecidas tienen necesidades más acuciantes que la implementación de las redes informáticas y padecen no solo este vacío comunicativo, sino también la carencia de alimentación y de asistencia sanitaria, en otros lugares más favorecidos con la puesta al día de las innovaciones tecnológicas, han surgido otro tipo de problemas, relacionados con las cantidades masivas de información. No todo lo que aparece en internet es verdadero. Los estímulos recibidos por las redes sociales son abundantísimos y no siempre encuentran una proporción en la realidad tangible. El individuo se desdobla en un avatar que puede llegar a suplantar la identidad de su creador. Ese mundo intangible ha desplegado sus vastísimas y oscurísimas alas y dentro de no mucho tiempo, si no trabajamos en la alfabetización mediática, nos hará daño con su pico.

Nuestros abuelos y quizá también nuestros padres tienen en mente un árbol genealógico representado por fotografías y una memoria histórica cifrada por hechos concretos cautivos en la palabra oral y escrita, mientras que en el siglo xxi nociones tan básicas como amistad y alegría comienzan a distorsionarse de manera inaceptable. La estabilidad de los hechos de antaño se rompe y en su lugar aparece un aluvión de acontecimientos en permanente cambio. Otro léxico, más efímero y menos constante, proyecta su sombra sobre el mundo.

La cosa no es como antes, pero puede ser mejor que ahora. De nuevo, la educación emerge como un invaluable instrumento para el bien del hombre en sí mismo y en su relación con la familia y la sociedad. Cómo me gustaría interactuar con mis abuelos en las redes sociales. A su cargo, seguramente, estaría dotarlas de un suministro de frescura deseado, pues ellos verían este otro campo con ojos de asombro y lo cultivarían con la gracia de los niños.

Imágenes: René Magritte, Las buenas relaciones (1967), óleo sobre lienzo.

Wassily Kandinsky, Composición VIII (1923), óleo sobre lienzo.