Discursos

La Navidad es una época propicia para discursos políticos y desde el Jefe del Estado hasta el alcalde de la población más pequeña ensalzan los éxitos de su gestión en el año que finaliza. En algunas ocasiones estos discursos juegan una mala pasada a quién los pronuncia. Recordemos cuando Zapatero, en diciembre de 2006, dijo que en política antiterrorista estábamos mejor que el año anterior y al día siguiente ?30 de diciembre? se produjo el atentado de la T-4 de Madrid en el que murieron dos ciudadanos latinoamericanos.

El proclamado por el nuevo Jefe de Estado ?rey Felipe VI? ha generado más expectativas que los de predecesor, el rey Juan Carlos, porque ha renovado los aspectos formales ?sala utilizada, fotos, duración del discurso y esfuerzo de gesticulación para aparentar más cercanía y emotividad a la ciudadanía? y se ha esforzado para que los contenidos se ajusten más a los problemas de los ciudadanos ?en materia de corrupción, llegó a decir que "debemos cortarla de raíz y sin contemplaciones", sobre la economía que "debe estar al servicio de los ciudadanos" y en políticas sociales que "hay que mantener el estado del bienestar"?. En cambio, se le vio muy atrincherado a los postulados constitucionales sobre la unidad de España, sin darse cuenta que los tiempos cambian y que 36 años después de entrar en vigor de nuestra Carta Magna, necesita una revisión para adaptarla a las exigencias políticas, sociales y económicas actuales ?como el avance hacia un estado federal o el papel que debe jugar el Senado como auténtica cámara de representación territorial?. No obstante, a mi juicio, el discurso del rey ha sido interesante y ha enmendado los más bien planos de su predecesor en los últimos años.

No se puede decir lo mismo con el pronunciado por Rajoy para felicitar la navidad por videoconferencia a las tropas desplegadas en misiones fuera de España, un discurso vacío de contenido en el que repitió lo mismo de siempre, que "España es una gran nación". Quizá el presidente tenga razón porque, efectivamente, España es el segundo país más extenso en superficie de los 28 de la Unión Europea, pero se hace más pequeño cuando hablamos en términos socioeconómicos. Y sino que se lo pregunten a los miles de ciudadanos que están en el paro o cobrando salarios basura con unas condiciones laborales pésimas y caciquiles ?tenemos un salario mínimo interprofesional ridículo, de 645 euros al mes, lejos de los 1.921 de Luxemburgo, los 1.501 de Bélgica ó los 1485 de Holanda, a pesar de que según Rajoy la economía española es la que más crece de la Unión?, a los que han sido desahuciados en 2014 ?que se han incrementado considerablemente?, a los que están por debajo del umbral de la pobreza o a los enfermos de Hepatitis C que están encerrados en el hospital 12 de octubre porque el Ministerio de Sanidad no les sufraga los carísimos tratamientos médicos.

Los pacientes oncológicos de un hospital de Cuenca están recibiendo la quimioterapia en pupitres escolares...

Y qué decir del pronunciado por la presidenta de Castilla La Mancha, Dolores de Cospedal, cuando afirma que "hemos conseguido garantizar nuestra educación, nuestra sanidad y nuestros servicios sociales sin cerrar ni un hospital, ni una escuela, ni un centro de atención para las personas que más lo necesitan". Esta señora tiene que sufrir algún delirio de grandeza que le impide ver la realidad dado que en esta Comunidad se han recortado más de 4.600 millones de euros en educación y sanidad, a pesar de haber incrementado la deuda en 6.000 millones y tener 80.000 parados más, además de los 100.000 castellano manchegos que han tenido que emigrar en estos últimos años. A esto se une el cierre de 305 camas en los hospitales de la Comunidad durante las fiestas de Navidad ?concretamente desde el 19 de diciembre hasta después de Reyes? y que los pacientes oncológicos de un hospital de Cuenca están recibiendo la quimioterapia en pupitres escolares, soportando una posición incómoda, durante horas y sin intimidad.

Estos son sólo algunas perlas de los discursos pronunciados. Quedan aún muchos por emitir antes de que acabe el año. La mayoría, por desgracia, ahondará en los éxitos y muy pocos hablarán de sus fracasos. Es la política.