Menciono el caso de nuestras relecturas constantes en el espacio y el tiempo del circuito electrónico del presente como condición del reconocimiento de la sustancia de lo denominado por el poeta de Nanjing, Yu Bang, como polvo.
De este modo, habiéndonos dejado llevar por el impulso del ritmo de la prosa de las huellas dactilares al teclado del ordenador conectado a la energía eléctrica, casi sin querer hemos arribado a este punto donde la espuma del
Pero bueno, poniéndonos serios, qué podemos clasificar como cosas importantes o invaluables. O qué cosas sin importancia, vistas desde otra perspectiva, cobran el estatus de objetos inapreciables. ¿No acaso algunas cosas
Porque la transformación no se debe a la sustancia de nuestras fuerzas, si bien en esas fuerzas con su masa radica el inicio de la voluntad puesta al servicio de dicha transformación. La transformación, en cambio, la opera de
Lejana como un bote evangélico de esos mar adentro donde ocurre en lo oscuro el encuentro con la nada del vacío de todo lo inefable e inasible, vemos a la distancia esta pieza de escritura a sus anchas con el gozo de lo único.