Francesca de Rímini
El conjunto de las impresiones visuales y sonoras se arremolinaba en un torbellino imposible de sortear. Conservando la postura en pie al cabo de esa fuerte impresión resolví ponerlo por escrito un día. Ese día claro
Y lo levantamos, como lo hizo Francisco de Asís en su oración medieval italiana, no con piedras ni con cemento, no con una cosa sobre la otra, sino mediante el recurso inapreciable de la praxis de la espiritualidad en su sentido
En ese contexto fue cuando entré en contacto con mi amistad citada arriba. Él vestía un conjunto en tonos claros, corbata tejida a mano, zapatos impolutos, cabellera abultada. Había pedido permiso en su trabajo para ir a