Día de Castilla y León: ¿Por qué se celebra el 23 de abril? ¿Quiénes eran los comuneros?

Hoy, 23 de abril, se celebra el Día de Castilla y León. Una festividad que siempre ha generado polémica, como también ha suscitado controversia la constitución de la comunidad en sí, que está formada por dos territorios, tal y como recoge su Estatuto de Autonomía; muchos castellanos y leoneses no se identifican con esta autonomía y, por lo tanto, tampoco con la festividad. Diferencias de distinta índole, sobre todo políticas, pero también sociales, por el sentimiento de pertenencia a la tierra.

Fuera de polémicas, hay que recordar que Castilla y León se constituyó en 1978 como una preautonomía de once provincias y adquirió en 1983 el estatus de comunidad autónoma con nueve de ellas: las leonesas de León, Zamora y Salamanca y las que formaban parte de Castilla la Vieja: Ávila, Burgos, Palencia, Segovia, Soria y Valladolid, sin Logroño y Santander, que se crearon como comunidades uniprovinciales (Cantabria y La Rioja).

Según el Estatuto de Autonomía, la comunidad de Castilla y León surge de "la moderna unión de los territorios históricos que componían y dieron nombre a las antiguas coronas de León y Castilla. Hace mil cien años se constituyó el Reino de León, del cual se desgajaron en calidad de reinos a lo largo del siglo XI los de Castilla y Galicia y, en 1143, el de Portugal".

Castilla y León cuenta con un gran patrimonio histórico, artístico, natural y lingüístico (castellano, gallego y Leonés), “valores esenciales de los habitantes de Castilla y León” a los que alude su Estatuto. La norma castellana y leonesa, aprobada en 1983, y la Ley 3/1986 establecen como fiesta oficial de la comunidad el día 23 de abril en homenaje a la condición de Villalar y para poner de manifiesto el "afán de mejora de las condiciones de vida de los castellanos y leoneses".

¿Qué se conmemora en esta festividad? La derrota sufrida por los ejércitos comuneros en Villalar durante la guerra de las Comunidades en 1521.

Todo se remonta al reinado de Carlos I, una figura que generó un gran rechazo en los municipios de la meseta de Castilla. Los conocidos como comuneros -formados por artesanos y labriegos del campo principalmente- llevaron a cabo un levantamiento que comenzó en Toledo y terminó en Villalar, con su derrota en 1521. Carlos I también hizo prisioneros a capitanes responsables de promover el movimiento comunero: Juan de Padilla, toledano; Juan Bravo, segoviano, y Francisco Maldonado, salmantino, fueron capturados y condenados a muerte.

Nieto de los Reyes Católicos e hijo de Juana La Loca, Carlo I nació y fue educado en Flandes, y fue nombrado rey de España en 1517. No hablar castellano y tomar decisiones poco populares provocó un malestar generalizado, que aumento cuando en 1519 fue coronado emperador de Alemania como Carlos V. La rebelión de los comuneros estalló en Toledo, pero siguió en ciudades como Cuenca, Burgos, Salamanca, Guadalajara, Segovia, Valladolid o Zamora. Pedían que fuese un castellano el que dirigiese el reino cuando el monarca se ausentara, que los puestos de responsabilidad fueran ocupados por los nacidos en Castilla y que los intereses del pueblo estuviesen por encima de los del Rey. Consiguieron hacerse con algunas zonas de Castilla, pero las tropas del rey les vencieron el 23 de abril de 1521.

A partir de 1932 el pueblo empezó a conocerse como Villalar de los Comuneros y en su plaza Mayor hay un monolito con la inscripción: "A la memoria de doña María Pacheco, Padilla, Bravo y Maldonado". El municipio es un símbolo de la lucha de los pueblos por la libertad. Unos años antes de que se estableciera el 23 de abril como fiesta de Castilla y León, Villalar ya congregaba a numerosos ciudadanos para celebrar este día. Posteriormente, se convirtió en el epicentro de la festividad de la comunidad; hoy lo sigue siendo, pero comparte escenario oficial con otras 12 localidades de las nueve provincias; otro motivo que ha suscitado polémica.