El señor de la paz

Trump quería arrancar su mandato convirtiéndose en un abrir y cerrar de ojos en el señor que conseguiría la paz en el mundo. ¿Volvería a la Casa Blanca por esto y no solamente por pactar beneficios con sus compinches? De ser así, sus votantes, deberían ponerse con urgencia en manos de psicólogos que les adiestren en el arte de conocer a las personas por lo que hacen, no por lo que dicen, porque elegir individuos tan peligrosos para gobernar no es otra cosa que poner al mundo en peligro, que es lo que han conseguido con su voto. Hoy por hoy la rápida gestión de este personaje para detener la guerra en Ucrania se está complicando con fatales consecuencias para los ucranianos y el alto el fuego que se encontró en Gaza al llegar a la presidencia se ha roto: Israel ha reactivado el genocidio. Más de 400 palestinos asesinados en un solo día. Todo con el beneplácito de la Casa Blanca. Y nadie sabe como va a acabar esta “película” aunque a nadie con dos dedos de frente se le escapa que muy mal.

De momento Trump y Putin andan a la gresca porque los dos cojean de la misma pata y ninguno se fía del otro. Europa piensa en armarse hasta los dientes para darles miedo, como si la finalidad de las armas no fuera otra que la de usarlas, bien para hacer negocio con seres humanos, bien para acabar con problemas creados previamente, y muerto el perro, se acabó la rabia.

Alguien me dijo una vez que las guerras no acabarían nunca porque eran la mejor solución para acabar con los problemas que eran incapaces de resolver, y visto lo visto, hoy pienso que no estaba tan equivocado como yo creía. Ya no hace falta empobrecer un país primero para bombardearlo después. Ucrania es un botón de muestra.

Tampoco es necesario que haya motivos, si es que existen motivos que justifiquen una guerra, si no los hay se inventan cuesten lo que cuesten y al negocio, que los que las hacen ni mueren en ellas, ni sufrirán represalias, ni serán juzgados por sus crímenes gracias a leyes que los protegen y que deberían llevar abolidas años bisiestos. ¿Cómo es posible que a estas fechas del calendario los gobernantes sigan teniendo bula para matar ciudadanos a la carta? Pero de momento ni los que están a favor de una guerra ni los que están en contra manifiestan interés por cambiar estas leyes por otras que los obliguen a proteger, respetar y defender la vida de los ciudadanos aunque sea a costa de la suya, que es a lo que se comprometen. Por algo será. Y lo único que tenemos claro es que el señor de la paz se ha convertido en lo que cabía esperar: en el señor de las guerras, en plural, para sentirse más grande.