Estupideces

Donald Tramp avisa que está dispuesto a terminar por decreto con esas pajitas que generalmente utilizan los niños para tomarse un zumo. Sabiendo de la pata que cojea este personaje hasta podríamos reírle el “chiste” si no fuera porque viene a sumarse al sinfín de estupideces que nos cuentan todos los días y en todos los medios para no cargarnos el planeta. Y no son ganas de criticar por criticar.

Incoherencias

Las botellas de plástico acabarán en breve con toda la fauna marina. Esto se evitaría haciendo lo que se hacía antiguamente: cobrando por botellas de cristal y devolviendo el importe al entregarlas. Pero esto no se le ocurre a nadie, con lo que no se sabe de qué hay más parte, si de tanto peligro, o si de otros intereses. Además, y esto me lo pregunto con mucho respeto, con mucha tristeza y con muchísima vergüenza ajena, quién puede creer que los delfines y las ballenas son tan poco inteligentes como para alimentarse de tapones cuando tienen a su alcance miles y miles de cadáveres de hombres, mujeres y niños que se les niega lo que no se le niega ni a la más humilde de las flores: un palmo de tierra donde nacer, crecer, vivir y morir.

Barbaridades

También contaminan los aviones, los trenes y los coches, pero ni se puede ni se debe prescindir de ellos. Hay que asumir que todo tiene algo positivo y algo negativo y lo coherente es optar por lo que más ventajas tenga. Lo que sí se puede controlar fácilmente es el uso innecesario de papel, pero esto, aunque también contamina y mata millones de árboles, no parece preocupar demasiado. Llegas a casa con la compra y te encuentras con que traes más papeles para destruir que productos para consumir. Tiempo, paciencia y tijeras se necesitan para abrir una simple caja de cartón. Vienen tan protegidas que más que unos paquetes de galletas parece que te han vendido unos paquetes de onzas de oro. Pero esto son minucias comparado con otras barbaridades. ¿Acaso hay algo que dañe al planeta más que las guerras? Al elevadísimo número de muertos, heridos, enfermos y traumatizados hay que agregarles el de edificios, carreteras, campos y ríos que se llevan por delante. La respuesta pues es obvia: en lo que no dejen de matarlo a bombazos, ni vale la pena que nos preocupemos por su salud, ni vale la pena que nos molestemos en cuidarlo tanto.

Advertencia

A pesar de tantas contradicciones que acaban siendo estupideces porque solo sirven para confundir, despertar dudas y aburrir, puedo asegurar que si todos contaminan lo que contamino yo por simple educación, tendremos planeta para nuestros hijos, nietos, bisnietos y el resto de parentescos que ahora no sé como se llaman.