Marlon con Aline y sus dos hijos, Pedro y Marcos, proceden de Brasil; y Gustavo y Érika con sus hijas Zoe y Luna proceden de Perú, ambas familias han encontrado en este pequeño pueblo de la comarca de Vitigudino la tranquilidad y seguridad que buscaban a su llegada a España
El Ayuntamiento de Peralejos de Abajo continúa con su proyecto de repoblación después de la llagada en 2021 de un primer matrimonio con sus hijos procedentes de Argentina. Ahora, los últimos en llegar han sido dos matrimonios procedentes de Brasil y de Perú, familias ambas con dos hijos cada una, lo que el alcalde de la localidad, Alfonso Castilla, “una lotería”, pero no solo por sus hijos, sino por la personalidad que demuestra cada uno de los matrimonios.
Los primeros en llegar a Peralejos de Abajo fueron Marlon y Aline con sus hijos Pedro, de dos años y medio, y Marcos, de seis meses, este último nacido en España, concretamente en Alicante. Ambos llegaron a España procedentes de Brasil, y tras recorrer buena parte de la costa mediterránea, en septiembre pasado llegaron a Peralejos de Abajo a través del proyecto de repoblación impulsado por la Mancomunidad de Vitigudino.
El motivo de su llegada a España no es otro que darle una mayor seguridad socioeconómica a su familia y tener una mejor calidad de vida que la que ofrecen las ciudades, una experiencia que ha vivido en su país de origen pero también en España, Madrid, Valencia o Alicante. En Peralejos de Abajo, Marlon ha encontrado lo que buscaba para su familia, tranquilidad, la amabilidad de sus vecinos y las posibilidades de teletrabajar con su empresa de marketing para empresas de España, Portugal y Brasil, así como una cómoda vivienda, esto último nada fácil de encontrar en el medio rural. También su proximidad con la autovía A-62 y la riqueza paisajística que ofrece el Parque Natural Arribes del Duero, pero si ha habido algo determinante que le hiciera decidirse por Peralejos de Abajo para iniciar su nuevo proyecto de vida esto ha sido la disposición de su alcalde, Alfonso Castilla, para que se quedase a vivir en la localidad, un grado de interés que asegura no encontró en otros pueblos de la zona.
“Aquí todo está cerca”
Acostumbrado a vivir en un país 17 veces la superficie de España, para Marlon y su familia, todo está a un paso, incluso la playa. A este respecto recuerda el viaje realizado recientemente a Vigo y en el que tardó unas cinco horas, cuando en Brasil ir a la playa, viviendo en la zona centro del país, como lo hacía él, supone recorrer 1.800 kilómetros, “dos días de viaje”, apunta. Por ello, para él, recorrer los 70 kilómetros que distan a Peralejos de Abajo de Salamanca “son un paseo”. Solo echa en falta una cosa en el pueblo y esta son los comercios, aunque recuerda que “en Vitigudino hay de todo y está a 3 o 4 minutos. Incluso tienes el Carrefour con casi los mismos precios que en Salamanca”.
Su adaptación al pueblo y la acogida de su familia por parte de los vecinos no ha podido ser mejor, por lo que Marlon ya planea tener su propia vivienda y dejar así de pagar al Ayuntamiento el alquiler de la casa donde reside, aunque el precio que paga nada tiene que ver con los 1.500 dólares que cuesta un pequeño apartamento en EE.UU., “aquí vives con todo por ese dinero”, como asegura que le ha dicho a un amigo que ya piensa la opción de trasladarse a Peralejos de Abajo desde el país norteamericano.
Una vez con su propia vivienda, Marlon tiene en proyecto que se traslade a Peralejos desde Brasil su suegro, donde trabaja como transportista. Para Marlon, poner freno a la despoblación en lugares como la comarca de Vitigudino “es más cuestión de actitud” que de carencias, por lo que está convencido que de seguir unos años más Alfonso Castilla como alcalde “vendrá más gente”.
Gustavo y Érika, junto a sus hijas Zoe, de 10 años, y Luna de un año y nueve meses, son la última familia llegada a Peralejos de Abajo, en este caso procedentes de Perú. Gustavo llegó a España en mayo de 2022, mientras que Érika lo haría en agosto de ese mismo año, ya embarazada de Luna, quien nació en España. La inseguridad ciudadana que vivían en Lima fue el motivo por el que dejaron Perú, donde –como el resto de vecinos de la zona donde vivían-estaban siendo objeto de extorsión por mafias de delincuentes extranjeros, una situación que fue empeorando con el paso del tiempo al no atender los pagos por su protección.
Con experiencia en el mundo de la restauración y la hostelería, como agente inmobiliario, comercio y estudios en administración de empresas, Gustavo arrancó su vida en España en Madrid, aunque a los pocos meses se trasladó hasta Cataluña para trabajar en un restaurante durante unos meses, aunque las condiciones laborales le obligaron a regresar a Madrid para trabajar en Cáritas durante un año en el departamento de Inserción Social. Pero “el precio de la vivienda nos sacó de Madrid”, trasladándose a Santander, donde residieron unos meses y conocieron la posibilidad de vivir en Castilla y León a través del portal de una de las muchas empresas dedicadas a la búsqueda de lugares de residencia para personas que buscan un nuevo proyecto de vida.
Después llegarían las conversaciones con el alcalde, “Alfonso siempre fue transparente”, añade Gustavo, así que “nos convenció la oportunidad de poder hacer la vida que queremos, encontrar un lugar tranquilo, seguro, invertir el dinero que habíamos ahorrado en este año y medio de trabajo y llevar el único bar del pueblo”. Y así encontraron en Peralejos de Abajo “el paquete completo”, como señala Érika, “seguridad” para sus dos hijas, “un lugar tranquilo y seguro para todos, pues en una ciudad no podríamos dejar a las niñas que anden solas. Aquí en el pueblo es como si fuera una familia grande, todos se conocen, todos se cuidan”; pero además se les presentaba una oportunidad de ganarse la vida y una vivienda a un precio asequible, “tener un lugar para vivir era principal en nuestra lista”, añade Érika, porque como señala Gustavo, “el resto se consigue con trabajo, con empeño y perseverancia”.
Sin embargo, Gustavo reconoce que “nosotros hemos arriesgado también, pero nos hemos llenado de valor para hacer esto. Hemos podido ahorrar algo, y cuando uno tiene un ahorro pequeño la presión es mayor porque no te quieres equivocar, perder lo poco que tenemos”. Ahora no se arrepienten de tomar la decisión y están viendo cumplidas sus expectativas, aunque añade que en la toma de decisión “la ayuda y el apoyo, el impulso que nos han dado tanto Yanina desde Wanderlust como Alfonso, el alcalde del pueblo, bajo la situación y perspectiva de toda la zona, ha sido fundamental”.
Para el alcalde fue “curioso” que esta familia no conociera el pueblo antes de tomar la decisión de residir en él, “todos habían venido antes, pero ellos no. Yo insistía mucho, empecé a comprender la situación de donde estaban y lo que habían vivido, pero yo no quería causarles trastorno porque vinieran para después no quedarse”. Pero la posibilidad de gestionar el bar municipal era otro de los alicientes para Gustavo y Érika, incluso por un momento llegaron a pensar que no era para ellos, hasta que de nuevo Yanina, “nos llamó para decirnos que se ha abierto de nuevo la puerta, pero tienes que hablar con Alfonso”.
Y así fue cómo el 24 de noviembre pasado Gustavo y Érika, con sus hijas Zoe y Luna llegaron a Peralejos de Abajo, donde aseguran han sido recibidos con los brazos abiertos por sus vecinos, “me he sentido acogida desde el día 1”, añade Érika. Desde entonces gestionan el bar municipal y un pequeño apartamento turístico que “tiene de todo, está muy bien equipado”, con “tarifas muy competitivas y con posibilidad de alquilarlo desde una noche a un mes”. El bar les ha facilitado conocer a muchas personas en poco tiempo y poco a poco tratan de ofrecer sus servicios “como lo haría un español que ha nacido o que se ha criado en este tipo de negocios. Si bien es cierto que nosotros hemos trabajado todo en restauración y en hostelería, hay muchísimas cosas que son muy distintas. Tenemos claro que esto es España, que esto es Castilla y León y que hay una tradición de comida y una tradición de atención que nosotros tenemos que aprender para poder ofrecerla todos los días”.
Además del servicio de bar con ricas tapas, Gustavo y Érika quieren ofrecer comidas a diario además de aquellas de encargo que puedan surgir de grupos de amigos por cualquier acontecimiento, algo que el alcalde valora muy positivamente “la predisposición de que en un futuro próximo cualquiera que pase por la carretera, que es autonómica y con mucho tráfico, que la gente sepa que en Peralejos de Abajo puede parar tranquilamente a comerse sus patatas o su cocido, sus lentejas o sus garbanzos, eso es muy importante”.
La vivienda, principal problema
Y tras la llegada de las familias de Marlon y Gustavo, Alfonso Castilla sigue trabajando para solucionar el principal problema con el que se está encontrando y que no es propiedad exclusiva de las ciudades, pues considera que el teletrabajo, gracias a la llegada de la fibra óptica, “es un nicho de empleo” que tiene infinidad de oportunidades y que no está explotado en el medio rural. Sin embargo, la escasez de vivienda es el escollo que está impidiendo contar con nuevas familias en Peralejos de Abajo.
En estos momentos las tres viviendas de que dispone el Ayuntamiento están habitadas, “tenemos el cupo completo, pero a mí no me vale esto –añade-. Yo creo que hay que seguir, necesitamos mucho más capital humano en los pueblos si queremos que los pueblos tengan vida. Lo más importante de lo que carecemos en los pueblos es de capital humano”. Resuelto el empleo mediante el teletrabajo, “lo bueno es que, al parecer, la Junta de Castilla y León y más concreto María Pardo, la directora general de Vivienda, que estuvo aquí en la jornada dedicada a la repoblación, se dio cuenta de la inquietud del Ayuntamiento, de las necesidades y un poco de lo que este pequeño pueblo quiere hacer, que es que siga con vida. Entonces, hemos ofrecido a la Junta de Castilla y León y a cualquier persona particular, los terrenos que tenemos de uso residencial en la zona del centro médico, para ver si podemos construir más viviendas. No sé si será de forma directa con alguno de los interesados o a través de la Junta de Castilla y León hacer alguna posible promoción de viviendas, pero lo que me trasmiten desde los despachos es que puede ser una realidad”.
Por otro lado, el alcalde recuerda que su gestión realizada con la Junta y el Obispado de Salamanca ha tenido como resultado la rehabilitación de la planta baja del hogar parroquial como vivienda a través del programa Rehabitare, proyecto presupuestado en 80.000 euros y que “una vez que este ocupada” se llevaría a cabo un segundo proyecto para la rehabilitación de la planta superior, lo que facilitaría el alojamiento de dos nuevas familias, pero Alfonso Castilla todavía tiene algo más en cartera.
Ese otro proyecto consistiría en la rehabilitación de una vivienda municipal de grandes dimensiones y para la que “hay inversores interesados en desarrollar un proyecto turístico, algo diferente a alojar una familia”, aunque en el caso de que no fructificase la idea “entendemos que podría acoger una familia con muchos miembros porque tiene seis o siete habitaciones”.
Proyecto de la Mancomunidad de Vitigudino
Al margen de la iniciativa municipal, como presidente de la Mancomunidad de Vitigudino, Alfonso Castilla avanza que se encuentran a la espera de que el MITECO resuelva la ayuda solicitada para continuar con el proyecto de repoblación iniciada en 2024, pero es consciente de que “aquí tenemos un problema añadido y es que tiene que ser cada ayuntamiento el que decida y dé el paso si quiere alojar a nuevos residentes o no los quiere alojar, y esa es una decisión que hay que respetar”.
Esta ayuda se empleará en la contratación de varias personas que gestionen la parte humana el proyecto, pero además, una cifra importante irá destinado a la rehabilitación de viviendas, “sean municipales o privadas”, y en las que “se realizarán reformas para que esas casas sean habitables”, aunque Castilla insiste que el grado de desarrollo del proyecto dependerá de la disposición de los ayuntamientos mancomunados, pues es consciente de que no se puede ayudar a alguien que no quiere que se le ayude: “Yo no puedo meterme ni quiero con la decisión de ningún ayuntamiento porque -y no es ninguna crítica- cada ayuntamiento somos un mundo, tenemos una forma diferente de pensar y ver las cosas”, concluía.