Freineda o La Fregeneda

Mi artículo “Ken Follett y Ciudad Rodrigo” ha provocado entre los eruditos del lugar reacciones por considerar que donde yo decía erróneamente La Fregeneda debí haber dicho o escrito Freineda, nombre de la pedanía o fregresia portuguesa que se menciona en la obra del escritor inglés.

La verdad es que puedo haberme equivocado y que efectivamente es Freineda y no Fregeneda como yo suponía, pero el error se debe, sin duda, a que La Fregeneda tuvo un importante papel en las andanzas de Wellington y me atrevo a decir que superiores a la aldea portuguesa.

En efecto, según la histórica narración de La Fregeneda salmantina, en plena Raya con Portugal, “En 1809 los franceses, durante la Guerra de la Independencia, entraron en la Villa. A principios de mayo de 1811 las tropas de D. Julián Sánchez “el Charro”, se reunieron en La Fregeneda con el ejército británico comandado por el duque de Wellington. El propio Wellington acampó en La Fregeneda en septiembre del mismo año, ocupándose de los preparativos del sitio de Ciudad Rodrigo y transportando hasta ella todo el material militar y pertrechos necesarios para dicha campaña a través del embarcadero de Vega Terrón. Habiendo asegurado Lord Wellington tanto la margen derecha como la izquierda del Duero, salió de La Fregeneda el 22 de mayo de 1812, acompañado de dos divisiones inglesas, otra portuguesa y alguna fuerza de caballería. Se reunió en Tamames con la mayor parte de la segunda división española, al mando de D. Carlos España (la restante quedó en Ciudad Rodrigo), perteneciendo a ella los jinetes de D. Julián Sánchez. Tras esto se dirigieron hacia Salamanca siguiendo la ruta del Tormes. Durante estos años La Fregeneda recibió la afluencia de un gran número de portugueses de Escallón que escapaban de las acometidas francesas”.

Es evidente, por tanto, el protagonismo de La Fregeneda en la guerra de la Independencia o Peninsular, como también se denomina, con la presencia del duque de Wellington y de sus tropas.

Otra cosa es que la fregresia portuguesa de Freineda, donde también estuvo el duque, haya querido dejar huella mediante una placa de dicha presencia en la casa donde se alojó, una estatua y cañones de la época, convirtiendo esta casa de Wellington en pequeño museo. Además de ofrecer alquileres vacacionales y alojamientos turísticos.

Por el contrario, en nuestra Fregeneda, me informan en el Ayuntamiento que no hay absolutamente nada que recuerde la estancia de Wellington y de sus tropas. Otra vez los portugueses nos ganan la partida en este terreno de la divulgación.

Pero todo tiene remedio y gracias a Ken Follett y mi posible confusión entre Freineda y Fregeneda, propondré al alcalde de ésta celebrar algún acto en recuerdo de nuestro duque y prestigioso general que aquí, en nuestras tierras y por fin en Waterloo, acabó con un prepotente y dominante Napoleón. Sería el comienzo de una justa reivindicación histórica que, como salmantinos y españoles, debemos asumir tanto con ilusión como con decisión.