Volví al Helmántico
En México, a punto de cumplir 55, volví a vivir eso de lo que hablaba Javier Marías, futbolero de pro: una recuperación de la infancia.
Escribió mi medio tocayo que el fútbol era la “recuperación semanal de la infancia”; el domingo pasado fue una recuperación más que semanal: volví al 82, a aquel ascenso a primera en el que creo recordar que dos trenes y no sé cuántos autobuses salieron de Salamanca para tomar Burgos… Y se subió: 2-3 quedó aquel partido.
Años después, también contra el Burgos pero en el Helmántico, nos la devolvieron los burgaleses y nos quedamos un año más en Segunda B.
Después vinieron más momentos de esos que quedaron grabados, como el del Albacete, ya en México, con Pilar volviendo de comprar El País, que entonces tenía edición aquí, diciéndome, con cara seria: 5-0… antes de darme el periódico en el que venía aquella gesta; era la forma de enterarse de esas cosas, no teníamos internet todavía, apenas empezaba… Al menos ese periódico era del mismo día; hasta poco antes, jóvenes, los periódicos en otros países uno los compraba, caros, y al menos dos días después de publicados…
Cómo ha cambiado todo en veinte años, que decía el tango que no eran nada…
Por eso, sin salir de mi casa en la Ciudad de México –nuestro hogar desde finales de 1992–, volví al Helmántico, a la juventud, a la memoria… A aquel disgusto del día del Burgos en el Helmántico… Bastaba con empatar y no se pudo…
Hoy sí se podía, pero el granizo, la mala suerte, el Sant Andreu, que no jugaba nada mal… y probablemente una acumulación de malas decisiones de más de uno que pensaba que nunca iba a pasar lo que pasó.
No se pudo pero este charro de allá, en junio de 2023, a sus casi 55 volvió, en México, al Helmántico, sin salir de casa; allí estuve, en una histórica granizada en el Prado Panaderos y con una camiseta que me regaló mi hermano y que me contó que usó Makukula…
Me emocioné con un equipo que para mí es; hay quienes piensan que ya no es, pero la memoria se emociona y dice que sí es… La mía por lo menos.
Mi equipo charro, gobernado por un mexicano –el directivo– al que parece que muchos no quieren; y gobernado de verdad, desde el banquillo, por un mexicano –Jehu Chiapas– al que parece que la gente sí quiere y que es tan charro de allá como yo, que lo vi jugar en sus Pumas, que también son míos… Y que alguna vez ha comido acamayas en su Martínez de la Torre… Si me leyeras, paisano, ojalá sigas, asciendas el año que viene, y el siguiente… Ojalá esta charrería de dos orillas siga creciendo.
Por mi parte, creo que me seguiré emocionando con los dos equipos –su guerra no es la mía–; hasta con el Guijuelo; ojalá les vaya bien a todos, igual que al Perfumerías Avenida…
El domingo me llevé un disgusto, pero bueno, ojalá esta nostalgia de futuro me haga volver muchas veces a aquellas tardes, a aquellas tristezas y a aquellas alegrías…
¡Hala Unión!
@ignacio_martins
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