Carrascalejo de Huebra, pueblo de dos pueblos

Uno de los enclaves peculiares que alberga nuestra provincia es Carrascalejo de Huebra (ubicado en el municipio de La Sagrada), que constituye un pueblo reconvertido en dos localidades diferentes separadas por apenas un kilómetro, y por varios siglos en lo que a su momento de fundación se refiere.

Y es que la localidad que hoy oficialmente lleva el nombre de Carrascalejo de Huebra nació hace apenas unas décadas, siendo creada en 1961 por el Instituto Nacional de Colonización (INC), que para bautizar a esta nueva localidad decidió tomar el nombre del cercano Carrascalejo de Huebra, hoy conocido como “Carrascalejo Viejo”.

Para entonces el Carrascalejo de Huebra original se hallaba ya despoblado, tras haber sido expropiadas sus tierras en 1955 por el Estado para crear el pueblo nuevo. Se ponía así punto y final a una historia como pueblo que se remontaba a la Edad Media, cuando nació al amparo del proceso repoblador impulsado por la monarquía leonesa en el Campo Charro, siendo el Carrascalejo de Huebra antiguo una de las localidades que integraban el Arciprestazgo de la Valdobla de la diócesis salmantina.

Y precisamente ligada a la diócesis se erigió la iglesia de San Pedro de esta vieja localidad, cuya estructura de paredes aún resiste mayoritariamente en pie pese a llevar décadas abandonada, sirviendo su espadaña de morada a las cigüeñas, que han sustituido a los humanos en el poblamiento del viejo Carrascalejo, vigilando desde el punto más alto del antiguo templo el paso del cercano río Huebra que dio apellido al pueblo.

Hoy, sin embargo, el Carrascalejo de Huebra que subsiste es el creado en 1961 por el Instituto Nacional de Colonización, que cuenta con apenas una veintena de habitantes, con una pujanza menor que la que se recogía en el afamado Diccionario de Madoz de mediados del siglo XIX para el Carrascalejo de Huebra original, que contaba entonces con 46 habitantes.

Este Carrascalejo nuevo se configuró con una planta rectangular, con tres calles principales en paralelo y una plaza en la parte central del núcleo, que servía de epicentro del pueblo, hallándose parcialmente porticada y abierta por el sur, en la cual la iglesia ocupaba una de las esquinas hacia el lado abierto.

Así, en este enclave se inició una nueva vida para Carrascalejo de Huebra, que mudó su ubicación dejando tras de sí siglos de historia en su viejo solar, donde hoy las ruinas nos recuerdan que allí hubo hogares, un día a día para sus moradores, y donde la vieja iglesia se chiva de que allí hubo un lugar de reunión y de sacros oficios.

Y es que el devenir vivido por Carrascalejo de Huebra es una de las peculiares historias que alberga nuestra provincia. Un pueblo formado por dos pueblos de mismo nombre separados por un kilómetro. Un pueblo con los habitantes en una parte nueva y su alma histórica en una parte vieja abandonada al olvido. Un pueblo de dos pueblos al que se le obligó a alejarse del cauce de su río Huebra. Carrascalejo Viejo y Carrascalejo Nuevo, Carrascalejo de Huebra.