Sedición o desórdenes públicos

Los graves y violentos sucesos de Brasil han tenido repercusión en todo el mundo, España incluida. Aquí se ha armado la marimorena porque la portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra, ha dicho que en nuestro país, desaparecido el delito de sedición, sólo serían considerados desórdenes públicos.

En el lodazal en que se ha convertido la política nacional, ha sido acusada hasta de incitar a actos similares con su comentario. Lamentablemente, sin embargo, éste no puede ser más atinado, cuando lo de Brasil no ha sido, en el fondo y en la forma, más que un golpe de Estado.

Aquí, de lo mismo se trata cuando se declara unilateralmente la independencia de Cataluña o se promueve un referéndum siempre ilegal de autodeterminación. También, no lo olvidemos, han sido recortadas las penas de malversación de fondos públicos y no han tenido apenas repercusión penal alguna las algaradas, coacciones o acciones intimidatorias del tsunami democrático catalán o los actos vandálicos de los Comités de Defensa de la República.

No hay que incitarlas, pues, de manera alguna, para que dichas acciones se vuelvan a repetir. Y atribuirlas aquí a la extrema derecha me parece grotesco cuando siempre han sido soberanistas o grupos de extrema izquierda quienes han considerado legítima la violencia contra sus adversarios y la han practicado de forma contumaz.

O sea, que mientras Brasil, con la reacción enérgica del Estado, y otros países, con sus leyes de autodefensa, garantizan la libertad y la democracia de sus instituciones, en España vamos desarmando día a día al Estado de instrumentos que aseguren la paz y la tranquilidad de los ciudadanos, porque aquí, quiérase o no, muchas de las acciones violentas se parecen más a intentos de golpe de Estado que a meros desórdenes públicos, por agravados que los queramos considerar.

Enrique Arias Vega