Las tiendas centenarias que aún resisten en la Plaza Mayor
Gerónimo Ortiz de Urbina, fundador de la farmacia, y familiares posan junto a ella.
La Farmacia Urbina, de cuarta generación, todavía expone los arbarelos donde se guardaban sus preparados medicinales.
La Plaza Mayor nació como reducto comercial, antes siquiera de estar edificada ya era punto de encuentro para compra-venta y fiestas junto a la antigua Puerta del Sol de la muralla salmantina. Los negocios que acogieron sus soportales han ido cambiando al ritmo de las necesidades de los salmantinos pero todavía quedan posos de un comercio más artesano y tradicional.
Uno de ellos es la Farmacia Urbina, fundada a finales del siglo XIX y que ahora se mantiene en manos de la cuarta generación. Su propietario, Manuel Ortiz de Urbina, destaca su portada ornamental de madera, que se conserva como en la época de su bisabuelo. También se mantiene moviliario, suelo y lámparas, así como los arbarelos donde se almacenaban los preparados medicinales y que aún exponen.
Lo que ha cambiado es su contenido, que ahora no se elabora in situ sino que llega de otras empresas. También sus clientes, que se han convertido en mayoría de turistas. Los compradores autóctonos que continúan anclados a este tipo de negocios son normalmente personas mayores, puntualiza Manuel.
El cuadrilátero de los Churriguera también se completa con el estanco con la primera licencia de Salamanca y la Confitería La Madrileña, característica por sus escaparates como de otros tiempos. La Joyería Gordon se fundó en 1918, y más de un siglo después se mantiene entre los soportales a pesar de la conpetencia en uno de los lugares más transitados de Salamanca.