'Buscador de riesgo': un tipo de personalidad con riesgos en su conducta sexual

Quienes tiene una personalidad de “buscador de riesgos (risk-seeking personality) se complican la vida y nos la complican a los demás.

Son personas impulsivas buscadoras de “sensaciones fuertes”.

No me refiero, en este caso, a personas que le atraen los deportes de riesgo o a los que son proclives a involucrarse en peleas, que también suelen puntuar alto en este rasgo de personalidad.

Me refiero a quienes lo hacen en el campo de la actividad sexual. Lo entenderá mejor con esta notica reciente:

En torno a 9000 personas toman en España una pastilla para prevenir el contagio con el VIH, SIDA.

Esta pastilla tiene un gran eficacia, según nos informan. Es un gran logro sanitario en este sentido; y puede ayudar a muchas personas a evitar este problema.

Pero no controla otras enfermedades y, por tanto, pude dar a las personas una falsa seguridad.

Por ejemplo, no sé si quienes estuvieron en la fiesta , ya comentada en esos textos (300 hombres en un local de Madrid), en el que apareció un foco de contagio con la “viruela” del mono, tomaron esta pastilla anti VIH.

Y es solo un ejemplo. Usted mismo pensará en otros.

Más general y más grave ha sido este problema con la pandemia que acabamos de pasar.. En nombre de la libertad, una minoría importante se ha negado a vacunarse, ponerse mascarilla, cuidarse y cuidar a los demás.

Las razones de estas conductas son muy diversas pero, con bastante frecuencia, se asocian a este rasgo de personalidad que favorece una actitud atrevida y despreocupada ante los riesgos. También una falta de ética social, pensando que la libertad individual da derecho a todo.

Tener conductas de riesgo puede ser más o menos inteligente en determinadas situaciones (hacer montañismo, por ejemplo) pero cuando atañe a la vida o salud de otras personas es una falta grave de ética.

A quienes hablan de libertad, deben pensar si una conducta libre es o no peligrosa para los demás. El concepto de libertad va unido necesariamente al de ética, porque si no es así, condiciona la libertad de los demás, condenándoles a sufrir posibles consecuencias negativas.

Aconsejo, creo que lo he hecho otra vez en estas páginas, que lean a John Stuart Mill en su libro “Libertad” (1859), tal vez el que más y mejor escribió sobre este concepto y la ética liberal del placer y la felicidad.

O, si usted prefiere, haga caso a un refrán que me repitió mi abuela Joaquina (ella vivió 99 años): ¡Felisín! “Ten cuidado, que los valientes y el buen vino se acaban pronto”.