Cervantes, el héroe de las mil caras

Cuando llegan estas fechas próximas al 23 de abril, siempre siento el deseo de volver hacia la figura de nuestro más brillante escritor, cuya vida fue una de las más apasionantes de aquel irrepetible siglo XVI. Esta afirmación sobre la vida de Cervantes la compruebo, cuanto más investigo en sus múltiples etapas y en sus numerosas facetas.

Acabo de finalizar mi segundo libro sobre Miguel de Cervantes, que se centra sobre todo en sus relaciones familiares y concluyo que su historia familiar, tanto en su etapa infantil y adolescente, como en sus etapas adultas, está presente continuamente en su vida y en su obra. El libro, recién publicado ( La historia de Miguel de Cervantes y su hija Isabel, contada por Catalina de Salazar) comienza con un párrafo del propio Cervantes de su obra La española inglesa, en la cual los nombres de las dos protagonistas, Isabel, la niña española secuestrada por Clotaldo y Catalina, la esposa de Clotaldo, son los nombres de su hija Isabel y de su esposa. ¿Sería consciente Cervantes de esta casualidad o fue un acto inconsciente? Cualquiera de ambas posibilidades apunta al hecho de que no había en su interior ninguna división radical entre su vida y su obra. Una se entremezcla sutilmente con la otra.

Lo curioso de nuestro escritor es que, simultáneamente, una de las características más llamativas de su manera de ser es que fue siempre muy reservado, silencioso, sobre su propia vida; apenas se refiere a sí mismo, a sus desdichas o triunfos en sus escritos. Solamente cuando se siente muy dañado o lleno de rabia por alguna ofensa, como la aparición de la falsa Segunda parte de Don Quijote de la Mancha de Avellaneda, no puede callarse y se defiende magistralmente de ese plagio, tanto en el texto de su segunda parte como en el Prólogo al lector de su Segunda Parte.

En general los escritores son personas más contemplativas y sedentarias, que hombres de acción, aunque hay excepciones. Sin embargo Cervantes fue sobre todo un hombre de acción, que solamente en la última etapa de su vida se estabiliza en su vida familiar y escribe en su última década casi toda su amplísima obra. Todas las grandes novelas las escribe después de salir de la cárcel de Sevilla y abandonar su puesto de recaudador de impuestos. Excepto La Galatea y algunos poemas juveniles, las que le dan fama universal son obras del hombre maduro, en el que se trasforma después de una vida aventurera. Su infancia viajera, su juventud de prófugo en Italia de la justicia española, su etapa de soldado y de cautivo de los berberiscos, su larga etapa de recaudador de impuestos por toda Andalucía, forman una existencia de acción, de inquietudes, de situaciones urgentes, muy distinta a la etapa sedentaria de Valladolid y Madrid, que es la que da sus frutos para la posteridad.

Observar a este maduro escritor desde la mirada atenta, a veces inquieta y siempre amorosa de su esposa Catalina de Salazar, es la tarea que he llevado a cabo en mi segundo relato sobre Cervantes. Entre sus páginas aparecen de vez en cuando, las páginas escritas previamente por “él” (de mi imaginaria biografía Un manuscrito encontrado en Esquivias) “descubiertas” por su mujer, en un intento de saber más sobre los interrogantes de su marido, que de palabra nunca terminaba de aclarar.

Los lectores interesados en la vida familiar y emocional de Cervantes, podrán asistir a la presentación de La historia de Miguel de Cervantes y su hija Isabel, contada por Catalina de Salazar este próximo viernes 29 a las 19h, en la Biblioteca Torrente Ballester de nuestra ciudad.