Salvemos El Bosque de Béjar

Pocas veces se encuentra un lugar tan apacible y repleto de armoniosos encantos naturales como el jardín y la huerta de la propiedad conocida como El Bosque de Béjar. Su encanto deriva en el simple hecho de que no es artificial, sino más bien el resultado de acciones humanas abrazando el contorno. Esta propiedad, por donde el tiempo y sus vicisitudes se han deslizado sin casi dejar huella ajena al sitio, se mantiene a sí misma con poco cuidado, sin destruirse. Esperemos que se pueda mejorar sin maltratar lo que ya existe.

El Bosque de Béjar se descubre a sus visitantes cuando andan cautelosamente por sus paseos solitarios. El Bosque se retrae de muchedumbres como el caracol en su concha, escondiéndose en si mismo. Si alguien quiere conocer el jardín de El Bosque, quedo. El dirá lo que deben hacer, no lo que las prisas dicten.

Visitantes, aprovechen la vitalidad del sitio para solicitar de todos, amor por las plantas, y que la luz tamizada a través de su verdura y aguas diga lo que se debe conservar o rehacer para las generaciones venideras. No dejen escapar el hilo que une el alma del hombre a la naturaleza.

Situado al borde de Béjar, que fue durante gran tiempo ciudad de diestros tejedores, sus habilidades de antaño se pueden usar hoy día para reconocer la jardinería como una labor que requiere el esmero necesario para mantener el lugar.

El Bosque es sin duda como una joya de familia que hay que resguardar, no explotar.

Beatriz de Winthuysen Coffin

Washington, 5 de junio de 2021

Beatriz Winthuysen, paisajista jubilada residente en Washington, participó en las IV Jornadas de Estudio sobre El Bosque de Béjar y las Villas de recreo en el Renacimiento celebradas en 2002 y se ha interesado por el Jardín Histórico en varios números del boletín In Situ, dedicado al paisajismo. Es hija del pintor y jardinero sevillano Javier Winthuysen Losada (1874-1956), pionero en la valoración y restauración de los jardines históricos en España.