El origen del castañero

Posiblemente sea un oficio tan antiguo como nuestra memoria nos permita recordar. Es inevitablemente asociar la llegada del otoño, con la aparición en calles y plazas de nuestra ciudad con los puestos de venta de castañas asadas.

Hombres y mujeres se afanaban por combatir el frío y las primeras heladas del invierno desde su pequeño caseto para vender castañas, y que curiosamente no ha desaparecido con el tiempo.

Si entendemos como castañero (persona que vende castañas) su origen podemos remontarlo a varios siglos atrás, desde que el hombre "domesticara" los castaños y recolectara sus frutos (las castañas) ha habido una transición mayor o menor de ella. Antiguamente era habitual vender o intercambiar no solo castañas sino cualquier producto proveniente de otras zonas. Su máximo apogeo se dio a finales del siglo XVII, y hasta principios del XIX, también en muchos lugares de Europa.

Hace años vender castañas asadas en la calle, era un oficio de mujeres, conocidas popularmente como "castañeras". Solían ser mujeres maduras curtidas por el frío helado que en esos años era propio en gran parte de España.

Las castañeras eran personas entrañables y muy conocidas en los barrios y plazas donde tenían sus puestos. Con el paso de los años este oficio estuvo en decadencia llegando casi a desaparecer en muchas ciudades.

En algunos lugares, como es el caso de Salamanca, este oficio se convirtió en poco menos que que un servicio social para personas con escasos recursos económicos.

En nuestros días la venta ambulante de castañas está regulada por unas normativas que rigen en cada ciudad, con lo que podemos hablar de una "profesionalidad" de este oficio tan antiguo.

Ahora nuevas generaciones de jóvenes castañeros adaptan este oficio a los nuevos tiempos, para no perder esos valores tradicionales ni la esencia de este humilde y noble oficio.

Fotografías

Popular castañera, cuyo puesto de venta estaba ubicado en la calle Espoz y Mina junto al pasaje de la Caja de Ahorros.

Castañeras en el Pozo Amarillo (1950).

Esperanza Vicente Macías