Gaudeamus: la misión de la belleza y del amor

Ha hecho bien Alfredo Pérez Alencart espigando entre su ya numerosa obra ?multiplicada en tantas traducciones?, y detenerse en algunos de los momentos más sobresalientes de su poesía, que son muchos. Es vocación de toda autoantología que el autor seleccione para sus lectores aquellos poemas que, ni mayores ni menores que otros, representan mejor lo que Gastón Baquero llamaba la cierta representación de lo más íntimo de su palabra.

Ahora el poeta Alfredo Pérez Alencart entrega un texto inusual donde se adunan el estremecimiento del abrir de ojos ante la piedra, la luz, el paisaje, la historia y la memoria de las ilustres figuras de esta Salamanca universal, acogedora de transterrados y desterrados; al tiempo que incorpora el pálpito del creador asombro americano que sabe fundir presencias con ausencias, memorias de la lejana tierra con el tacto cotidiano que lo deslumbra y "enhechiza", en el decir cervantino del poeta.

Subrayo la alta sustancia poética que el texto nos ofrece. Bien sé que esta escritura ha ido naciendo con la lentitud del fabbro, pues desde la publicación de su primer libro, La voluntad enhechizada (2001) he sido testigo ?y colaborador necesario como editor- de cómo se ha ido enriqueciendo de manera pausada su obra, y de cómo ha sabido conciliar la voz que revela su íntimo compromiso trascendente con la del poeta firmemente asentado sus pies en la tierra que reclama la mirada airada y la solidaridad humanitaria. Pérez Alencart ha sabido aguardar y concebir con rigor una summa que desconoce de urgencias y premuras. Nos llega, pues, desde una dilatada experiencia que sabe del desvelo, la angustia y el desgarramiento que exige la auténtica poesía.

Décadas después de que otro poeta peruano nos entregara en versos desbordantes de humanidad la más desgarradora y sufrida visión de una España que se partía en dos para roerse las entrañas, para morderse a sí misma en ambos bandos; nadie como César Vallejo conoció el hueso del alma para dolerse tanto. Ahora, otro peruano, Alfredo Pérez Alencart nos deposita la contrafaz de la visión dantesca de Vallejo. Felizmente ha pasado el tiempo y España es otra. Por ello descubre ahora, Pérez Alencart, con sosiego y unción, lo que la trágica mirada de Vallejo no pudo descubrir entonces, espantado de tanto corazón puesto a morir. Nos desvela los fulgores y los dones, los misterios entrevistos, la calidez de la piedra y de la luz. La presencia viva de los grandes poetas salmantinos. La ternura del agua. Es el reino de la mirada apacible, la armonía abierta al mundo. En esta entrañable Salamanca, entre penumbras y silencios, el tacto caricioso de Alfredo Pérez Alencart nos revela, agradecido, sin estridencias, como un amable susurro, la misión de la belleza y del amor.

Y es que en esta noble Salamanca, áspera y dulce, luminosa y umbría, poblada por gentes que "van deslizando su bondad innata"; en esta memoriosa y universal Salamanca a la que se acerca Pérez Alencart con pasión y unción, he querido ver la expresión metonímica de la España recuperada en su integridad, que no pudo conocer Vallejo, y que otro poeta peruano restituye y canta.

Pio E. Serrano (Cuba, 1941). Escritor y editor cubano-español, fundador de Editorial Verbum en 1990, hasta su jubilación en 2012. Estudió Filología Hispánica en la Universidad de La Habana. Ha sido profesor de Filosofía en la misma universidad y ha dictado conferencias y seminarios sobre historia y literatura hispanoamericanas en universidades de Europa, Asia y Estados Unidos. Fundó, junto a Jesús Díaz, la revista Encuentro de la cultura cubana. Obra poética publicada: A propia sombra (Barcelona, 1978), Cuaderno de viaje (1981), Segundo Cuaderno de Viaje (Madrid, 1987), Poesía reunida (Madrid, 1988) y El libro de los demonios (en prensa). Su poesía ha sido recogida en numerosas antologías. Ha publicado ensayos sobre historia y cultura cubanas en libros y revistas especializados de Europa y América. Dirige un seminario de literatura coreana en el Instituto Complutense de Estudios Internacionales. Reside en España desde 1974.

Reportaje fotográfico: Jacqueline Alencar