La agenda de esta calurosa semana ha estado presidida por el saludable ejercicio de refrescar la memoria. Retomando la conmemoración de los veinte años de la liberación de Ortega Lara, la opinión pública en general y la clase política en particular, se ha centrado en el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Ha sido una conmemoración bien llevada por la ciudadanía de la que deberíamos aprender varias lecciones, porque la valentía cívica que cambió la historia inmediata de aquellos días, y se llamó "Espíritu de Érmua", parece sestear y sin el mínimo vigor moral que necesita una democracia madura.
Lo que ha sucedido ahora se volverá a repetir cuando empecemos a preparar el 40 Aniversario de la Constitución del 78 y descubramos la falta de unidad moral que emergió en esos momentos de nuestra historia reciente. La primera lección está en las vías de agua que estas conmemoraciones están abriendo en los dos grandes partidos. El PP parece no reconciliarse con su memoria porque en las celebraciones de estos días hay personajes de cierta carga simbólica que no han aparecido, empezando por Carlos Iturgáiz, siguiendo por Jaime Mayor Oreja y terminando en María San Gil.
eza moral de los verdugos
. ¡Tanta camiseta o tanta pancarta para otras causas!...Y resulta que la cicatería moral ha presidido la conmemoración simbólica de muchos ayuntamientos. Además de la cicatería moral demostrada en Madrid, las excusas que los representantes del PSE han dado en ayuntamientos como el de Lasarte muestran que hay generaciones de socialistas más próximos al relato totalitario construido por Iglesias en Podemos junto a la sectaria izquierda abertzale que a la verdad histórica de los hechos.La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
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