Derechos humanos y terrorismo

Tras el brutal ataque terrorista de la pasada semana en Londres, la premier Theresa May, desesperada ante el avance del laborista Corbyn en las elecciones que se han celebrado este jueves, ha salido con una pata de banco que acredita su incapacidad. Ni más ni menos, la que decían que iba a ser la nueva Thatcher (¡ya querría ella!), ha dicho que para combatir eficazmente el terrorismo habrá que cambiar las leyes protectoras de los derechos humanos, es decir, restringir los derechos fundamentales. Como si una cosa dependiera de la otra, de manera que si el Estado democrático se traicionase a sí mismo, la eficacia para acabar con el terrorismo aumentaría: eso mantiene este perverso mensaje. Pues hay que decir que es mentira y que los hechos lo acreditan. Los estados democráticos, respetuosos de los derechos humanos- que es lo mismo que la dignidad humana, es decir, la de todos nosotros- son más eficaces contra el terrorismo que los estados dictatoriales. Y un gobernante, merecedor de ese nombre, no puede decir, y menos aún proponer, restringir la protección de los derechos humanos.

Váyanse ustedes a Oriente Medio y se encontrarán con el mayor nivel de atentados de este tiempo. Y allí sí que no hay garantías ni democracia. Por cierto, no está mal interiorizar que los más afectados, con diferencia, por ese terrorismo sin alma (ninguno la tiene, pero en éste la irracionalidad es abisal) son los propios musulmanes. Nosotros, los europeos, sufrimos sus coletazos, terribles, pero al lado de los miles de asesinados en sus territorios de origen, son poca cosa, aunque cada ser humano que cae víctima del terror justifica la condena más absoluta.

Cuando Theresa May regatea en corto y trata de endilgar a la legislación garantista parte de la responsabilidad objetiva en estos atentados, en realidad está zafándose de la propia. ¿Cómo justificar la reducción importante de los efectivos policiales ?esenciales para la prevención antiterrorista- en sus años de ministra del Interior? La señora no sabe cómo salir de su propia ratonera, y en vez de aceptar su error denunciado por la propia policía inglesa en el pasado, pega un brinco y habla de los derechos humanos, pero los ingleses no son tontos y las elecciones se le han complicado sobremanera a May. Escatimar en seguridad, como ha hecho la premier, no es la mejor manera de proteger a la ciudadanía.

Derechos humanos y buena prevención son dos elementos que han de cabalgar en paralelo. Por ejemplo: cómo justificar que la policía urbana en Londres pasee sin armas, esto no tiene nada que ver con los derechos fundamentales, sino con prevenir bien. Si los policías ingleses, como ocurre en el continente, hubieran podido recurrir a las armas que deberían llevar encima, algunos de los terroristas que tanto daño han hecho no habrían podido perpetrar sus desmanes. Si no estaban armados, es problema de sus mandos. Al terrorismo no se le puede combatir con tirachinas sino con medios drásticos cuando está en juego la vida de los ciudadanos en cuestión de minutos. Pero esto nada tiene que ver con los derechos humanos, el primero de los cuales es el derecho a la vida.

Al terrorismo hay que combatirlo con todos los instrumentos al alcance de los estados democráticos, siempre que sean legítimos. El fin no justifica los medios, es un principio indeclinable. Cuando combatimos al terrorismo con las armas de la ley, nos cargamos de razón, frente a la sinrazón de los asesinos. Y a la vez empleemos la imaginación y articulemos políticas que protejan a nuestros ciudadanos. Pero, ya sabemos, los políticos recurren a lo que sea con tal de perpetuarse en el poder. Es su sino y nuestra desgracia.

Marta FERREIRA