Abellán, la COPE y sus cloacas

Reconozco que el tema me tenía intrigado. Seis años después de la marcha de José Antonio Abellán de la COPE, y tras varios intentos del que fuera presentador de deportes de la radio de los obispos por iniciar nuevos proyectos en las ondas, el de El Tiemblo convoca rueda de prensa para contarlo todo. Seis años después. Sí, lo sé, soy muy rarito para según qué cosas.

Nada más terminar el encuentro con los periodistas hago una búsqueda sencilla y doy con el vídeo en el que está la rueda de prensa completa. Poco más de una hora de homilía de Abellán con un par de preguntas y el comentario de su mujer y socia enfadada por la situación económica y personal que están atravesando.

El empresario y locutor radiofónico acusa a los que dirigen la COPE de haberle cerrado las puertas de todas las empresas radiofónicas, audiovisuales y relacionadas con el mundo de la comunicación de este país. No sólo las de COPE. Y hace extensible la acusación a los propietarios de la Cadena de Ondas Populares de España, o sea, a la Conferencia Episcopal. Y después de escuchar que tiene grabaciones y documentos que acreditan todas y cada una de sus acusaciones no te queda más remedio que repetir la pregunta que le hicieron los dos periodistas que intervinieron tras su exposición de los hechos. ¿Y? A lo que respondió con más de lo mismo. Que si tenía grabaciones, que si tenía documentos, que por culpa de la COPE y sus dirigentes y sus dueños no le contrataba ninguna emisora, ninguna televisión, ninguna publicidad. Otra vez la pregunta: ¿Y? A la que se añadió el interés por la situación judicial abierta y el por qué no denunciaba aquello que consideraba ilegal. Su respuesta fue que el juicio contra COPE lo había ganado él en primera instancia, la COPE en segunda y que estaban a la espera de la tercera. En cuanto a la denuncia ante la Comisión Nacional de la Competencia de la compra fraudulenta de emisoras en Castilla-La Mancha dijo que desistió porque habían designado al sobrino de Rouco Varela para juzgar la causa y que no tenían nada que hacer.

Y siguió contando cosas muy feas y, con toda seguridad, inmorales. Pero ninguna de ellas era ilegal. Entonces los pocos periodistas que había en la sala se levantaron con la sensación de que había gato encerrado. De que Abellán sabe algo que ni él mismo sabe qué es. De que todo había quedado en agua de borrajas. De que había sido un pataleo. De que los obispos y los que dirigen su radio no tienen escrúpulos y funcionan como el resto de las empresas del ramo -la suya incluida- y que lo está pasando realmente mal.

Estuve un rato escuchando grabaciones de reuniones entre Abellán y los que dirigen la radio episcopal. Sentí mucha vergüenza. Me dio rabia. Me pareció fatal. Y sí, soy un raro para ciertas cosas. También es cierto que el abulense no es santo de mi devoción. Pero el fin no justifica los medios. Y la actuación de los directivos de la radio de la Iglesia española ha sido absolutamente deleznable.

A mí lo que hagan Abellán y el resto de empresarios de la comunicación no me atañe directamente. Lo que haga la COPE me atañe absolutamente. Porque pongo dinero, porque soy oyente, porque es la voz de mi fe y porque tiene que ser ejemplo y referente del Evangelio en el contenido y en el continente, en lo que dice y en cómo lo dice, en lo que hace y en cómo lo hace.

No pasará nada. Apenas los medios se han hecho eco de la larga rueda de prensa para denunciar los métodos mafiosos de los que mandan en la emisora católica. A nadie le importa lo que pase dentro de la Conferencia Episcopal. Abellán ha cometido un nuevo error, pensar que inventaba la pólvora al denunciar el olor nauseabundo y mostrar la mierda en las manos de los que trabajan en las cloacas de una institución. Y aunque a mí no me guste, ya digo que soy un raro, por ahí no.