El corazón de España

Cuando le escribía un mensaje, para felicitar a Antonio Colinas, por su intervención, pasado 30 de enero, en el palacio real de Madrid, ante el rey, sobre El Quijote, me surgía, tecleando, la expresión: "el corazón de España".

Luego, tras enviar el mensaje y apagar el ordenador, le seguí dando vueltas a tal expresión. ¿Está el corazón de España en el palacio real? ?me preguntaba?, no ?me respondía a mí mismo. Y mi cabeza daba vueltas en torno a qué pueda ser ese centro irradiante de nuestro país.

Y seguí dándole vueltas a la cabeza. Pero el corazón de España ?me seguía diciendo? sí está, por ejemplo, en El Quijote, nuestra máxima obra literaria y una de las grandes obras de la creación literaria de todos los tiempos y en cualquier idioma, y una de nuestras obras más modernas.

El corazón de España no está en quienes se declaran patriotas, pero luego saquean impunemente al país. Sobre ello, ya Antonio Machado (en cuya obra toda sí que late el corazón de España) reflexionó, mucho y bien, en su Juan de Mairena (1936), una de las reflexiones más hondas, pese a su brevedad, que se han escrito sobre el patriotismo.

El patriotismo, el verdadero patriotismo, de que hablara Antonio Machado, está en el pueblo, en nuestras gentes humildes, en nuestros campesinos, en nuestros trabajadores de todo tipo, en las gentes que, día a día, arriman el hombro, en silencio y sacrificadamente, para sacar adelante a los suyos y al país.

El corazón de España está en nuestras gentes, en nuestro pueblo, que vive en esa intrahistoria unamuniana, con lentitud, en silencio, con el olvido de casi todos, en no pocas ocasiones de nuestras mismas autoridades. Y ese es el corazón más resistente, más duradero, el más hermoso y el más sacrificado, el que irriga la verdadera sangre por todo el cuerpo de nuestro país.

Ramón del Valle-Inclán plasmó ese corazón de España en la que acaso sea nuestra más grande y valiosa obra dramática del siglo XX: Luces de bohemia; plasmando un país, que, tras el desastre el 98, vivía en la larga noche de su decadencia (¿y no estaremos en ella todavía, pese a tanto sacar pecho y a tantas fanfarronadas?).

De España, se seguía doliendo Jaime Gil de Biedma en su hermosa sextina titulada "Apología y petición"; y la llamó "este país de todos los demonios"; porque, por desgracia, no hemos logrado deshacernos de ellos a lo largo de nuestra ya dilatada historia.

El corazón de España. Esta mañana neblinosa de invierno, nos asaltaba esa expresión metafórica, porque ?al igual que a regeneracionistas, noventayochistas y toda laya de reformadores con que siempre ha contado nuestro país a lo largo de su historia? nos sigue también doliendo España.

Porque quisiéramos que una nueva sangre regeneradora siguiera irrigando el cuerpo, acaso en horas no muy altas, de nuestro amado país. Y esa sangre está en lo mejor de nuestra cultura, en lo mejor de nuestras letras y creaciones, en El Quijote, en lo mejor también de nuestro pueblo.

¡El corazón de España!