Viaje de Teresa de Ávila por tierras lusitanas

El pasado año se celebró el Quinto Centenario del nacimiento de Teresa de Cepeda y Ahumada, Teresa de Jesús. Por ello, al tener en mis manos el libro "Santa Teresa de Ávila. Homengem à mujer, poeta, mística e reformadora" (Universidade Sénior y Cámara Municipal de Castelo Branco, 2016), resulta grato ver cómo surgen maneras de que la obra y vida de esta mujer reformadora del Siglo XVI no queden aparcadas en el tiempo.

Nuestra enhorabuena a la Usalbi, una institución orientada a los mayores y surgida en la ciudad lusitana de Castelo Branco, iniciativa 'que se caracteriza por su dinamismo asentado en una escala de valores, de conocimiento y de amistad', como dice en las primeras páginas del libro el Presidente de la Cámara Municipal de Castelo Branco, el Dr. Luís Correia. Palabras reforzadas en el texto que también escribe en estas páginas el Presidente de la Asociación Amato Lusitano y de la Usalbi, Arnaldo Brás: "La Universidad Sénior Albicastrense es, actualmente, una de las primeras instituciones del Consejo, que supo en sus diez años de existencia hacer su camino, asentado en la promoción del saber a lo largo de la vida, en la dinamización social, en la promoción de valores y de la convivencia entre las casi 800 personas que hoy componen su comunidad académica (alumnos, profesores, funcionarios y colaboradores)". Como podemos observar, se trata de un proyecto digno de 'copiar'.

Resulta admirable el interés de una de las profesoras de esta Universidad, María Adelaide Neto Salvado, por mantener viva la memoria de la mística española, a quien me atrevería a considerar parte de ese grupo de 'rebeldes religiosos del siglo XVI', como San Juan de la Cruz, Fray Luis de León o Fray Luis de Granada..., de quienes destaca el teólogo, misionero y escritor escocés, Juan Mackay (1889-1983-): "... jamás ha sido superada la intensidad de su pasión religiosa, pero por tristísima y sumamente trágica ironía de la historia del cristianismo, no se dejó germinar en la vida espiritual de la Península aquella potencia incalculable de la experiencia religiosa de los místicos. Los más grandes de ellos, Fray Luis de Granada, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús y Fray Luis de León, vivieron bajo constante sospecha de heterodoxia, y todos ellos, salvo Teresa, pasaron un tiempo en las prisiones de la Inquisición. La gran Teresa misma, apenas sí escapó al encarcelamiento, y eso tan solo por ser mujer. Estas seráficas almas cristianas representaban un movimiento espontáneo de reforma dentro de la Iglesia Católica española de su época. En su celo reformador, Juan de la Cruz y Teresa, la monja carmelita, recorrieron con grandes penalidades el país fundando nuevas casas religiosas con votos más rigurosos, o reformando las antiguas. Objeto de la desconfianza y la persecución por parte de las autoridades eclesiásticas, y ejerciendo muy leve influencia sobre la gente, terminaron sus días en la soledad...".