Trump cogerá el relevo a Obama

El miércoles el mundo se despertó sorprendido por los resultados de las elecciones presidenciales estadounidenses, en las que el magnate Donald Trump se alzó con una victoria que los medios pronosticaban que iba a ser para Hillary Clinton.

No obstante, la victoria de Trump, que ha sido clara en cuanto a número de 'electores', no ha sido tal en número de votos, pues en ellos ha sido superado ligeramente por Hillary, que obtuvo un 47'7% de los votos frente al 47'5% de Trump (el 5% restante se repartió entre el resto de partidos que se presentaban a las elecciones).

En este sentido, hay que señalar que en las elecciones presidenciales de Estados Unidos los ciudadanos eligen una serie de 'electores' en sus Estados que posteriormente votan al presidente.

Asimismo, hay que aclarar que el sistema electoral estadounidense, de tipo mayoritario, hace que el partido que sea el más votado en cada Estado se lleve toda la representación del mismo, lo que produce una serie de desajustes entre el número de votos y lo que por los mismos correspondería en número de 'electores'.

Este sistema mayoritario también se da en el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y contrasta con el sistema proporcional que poseemos en España, si bien en nuestro caso, en las provincias más pequeñas, al elegirse pocos diputados el sistema tiene un sesgo mayoritario que favorece el bipartidismo y penaliza a las formaciones minoritarias, aunque no es para nada comparable con el de Estados Unidos y Reino Unido (salvo en el caso de Ceuta y Melilla al Congreso, que por elegir solo un diputado cada una hace que el que gane allí se lo lleve todo).

En todo caso, volviendo a EEUU, hay que señalar que la victoria de Trump ha tenido su clave en que ha conseguido ser el más votado en estados clave como Florida, Pennsylvania, Ohio o Wisconsin, que han decantado a su favor la balanza electoral. Asimismo, ha arrasado en los estados centrales del país, si bien en la costa Oeste y Noreste quien ha 'barrido' ha sido Hillary Clinton.

Pero bajando del nivel de los Estados al de los Condados, podemos observar que es en el Estados Unidos rural en el que Donald Trump ha arrasado claramente, siendo éste un factor decisivo. Frente a este hecho, Hillary ha vencido en las grandes ciudades, pero ha pagado muy cara su falta de implantación en el tejido rural estadounidense.

Datos electorales a un lado, la cuestión que se plantea medio mundo ahora mismo es ¿Y ahora qué? ¿Llevará a cabo Trump todas sus promesas electorales?

Personalmente, una de las cosas que más me preocupa en este sentido, es que Trump niega el cambio climático y su idea es dejar de lado las energías sostenibles para volver sobre otras más contaminantes. Este hecho creo que supone algo bastante preocupante, ya que los efectos de que uno de los países de por sí más contaminantes tome dicha política energética afecta al conjunto del planeta, pues sus efectos son globales, ya que la atmósfera que nos envuelve es la misma para toda la Tierra. No obstante, habrá que ver hasta qué punto se puede pasar por el arco del triunfo los compromisos que ya ha firmado su país en materia medioambiental.

Por otro lado, en política internacional Trump ha mostrado su intención de bombardear al Estado Islámico en Siria e Irak, así como de apoyar a Bashar Al-Asad y a Rusia en Siria. Este último punto sí puede cobrar bastante importancia, pues supone un giro de 180 grados a la política de Obama, que ha estado prestando ayuda militar y financiera a la oposición a Al-Asad, hecho que ha ayudado a que se enquistase la situación de Siria en una guerra eterna. De esta manera, si EEUU deja de ayudar y financiar a la oposición siria y se alinea del lado de Al-Asad y Rusia, puede que la guerra de Siria esté bastante cerca de su final, pues los sectores anti-Al Asad estarán condenados a perder la misma.

En cuanto al resto de cuestiones, a excepción de la posible salida de EEUU de la OTAN que ha apuntado Trump en campaña, parecen ser asuntos más bien de política interna estadounidense. Entre ellos, quizá lo que suponga un mayor retroceso social sea la pretendida eliminación del conocido como 'Obamacare', esto es, el avance para la universalización de la sanidad que ha llevado a cabo Obama. Hay a quien le sorprende que se vote a Trump llevando esta cuestión en su programa, pero no hay que olvidar que aquí Rajoy ha sido reelegido tras llevar a cabo el mayor recorte en sanidad y educación de la historia reciente española.

Asimismo, la victoria de Trump supone que haya varias patatas calientes en Latinoamérica. Así, Méjico, Venezuela y Cuba están en su punto de mira. El caso mejicano es el más afamado, pues ha propuesto la construcción de un gran muro a lo largo de toda la frontera entre EEUU y Méjico, así como la expulsión a su vecino sureño de los latinos indocumentados que se hallen en EEUU (que se estiman en unos 11 millones de personas), o la ruptura del tratado de libre comercio y la subida de aranceles a los productos procedentes de Méjico, lo que supondrá un gran problema para el país azteca de llevarse a cabo estas medidas.

Respecto a Cuba y Venezuela, Trump ha propuesto para el primero la marcha atrás del proceso de desbloqueo iniciado con Obama, lo que podría desembocar en la reimplantación total del bloqueo económico que viene sufriendo la isla por parte de EEUU desde la victoria de la revolución cubana. En cuanto a Venezuela, Trump ha prometido apoyar y financiar a la oposición al chavismo (algo que es una postura tradicional del gobierno estadounidense, que se sospecha estuvo detrás del golpe de Estado contra Chávez de 2002), por lo que dependiendo de la medida en que lo haga puede que se incremente la escala de enfrentamiento entre bloques que vive ya el país caribeño.

En todo caso, habrá que ver qué ocurre con cada asunto, pues en su primer discurso tras su victoria, Trump ha mostrado un lenguaje comedido y conciliador, tendiendo la mano a los demócratas y hablando de la necesidad de diálogo y entendimiento. Por ello, quizá en su mandato presidencial aparque la radicalidad y visceralidad que ha marcado su campaña electoral y, quizá, en muchos asuntos deje a un lado sus promesas electorales para buscar grandes pactos de Estado. El tiempo hablará sobre el Trump presidente, aunque lo hará ya en 2017, pues hasta enero no será investido.