C.D. Promesas de Villoria, la gran familia del deporte

Llegan las nueve de la noche en el vestuario del C.D. Promesas de Villoria. Los bancos en los que se preparan los jugadores antes de saltar al terreno de juego sirven para acoger la entrevista a quien encarna el alma del club, en el que niños y niñas de toda la comarca aprenden a jugar al fútbol y al baloncesto. Justo cuando explica con preocupación que necesitan más jugadores, unos sonrientes niños de seis años finalizan la entrevista irrumpiendo en el vestuario y acercándose a su presidente y entrenador para contarle cómo han quedado en el partidillo que han jugado durante el entrenamiento. La alegría se apodera de la sala y borra la preocupación de la cara de Juan Ramón Ramos, que mira al entrevistador y con cara de la ilusión y plena felicidad dice "¿Ves? Esto es lo verdaderamente importante, que se lo pasen bien".

Desde que hace once años naciese el C.D. Promesas de Villoria, cientos de niños han metido goles, hecho regates y encestado canastas en el club. Alegrías y decepciones se han sucedido a lo largo de las jornadas de liga, pero esto siempre ha quedado en segundo plano. Las horas de diversión, los nuevos amigos y las valiosas lecciones de respeto y convivencia aprendidas a través del deporte son los grandes estandartes de los que pueden presumir los entrenadores y directivos. Además, la conciliación con los estudios es el principal objetivo de sus responsables, que siempre se esfuerzan para que los quehaceres escolares no queden a un lado.

Un año más, el inicio de la liga de fútbol ha sido frenético, la de baloncesto aún no ha comenzado. Temporada tras temporada se repite la preocupación por saber si contarán con jugadores suficientes para sacar adelante los equipos de las diferentes categorías. Juan Ramón Ramos explica que la escasez de plantilla puede deberse al alto compromiso que exige el fútbol a niños y padres, que cada jornada tienen que desplazarse para llevarles a los partidos. Recalca la ilusión con la que estos pequeños futbolistas acuden a cada entrenamiento y partido para disfrutar de su pasión, lo que sin duda vale las horas de frío y los viajes que tienen que soportar sus mayores.

El compromiso del club es conseguir que puedan jugar todos aquellos que quieran, por lo que se olvidan de los grandes lujos y procuran cobrar la cuota más baja posible, algo costoso ante los grandes gastos con los que tienen que lidiar. Les sería imposible seguir adelante sin la colaboración del Ayuntamiento de la localidad y empresas. Además, en las próximas fechas harán una rifa para recaudar fondos entre familiares y amigos.

Por encima de estos problemas, sobresale el buen ambiente que se respira en el campo de fútbol y pabellón de Villoria en cada entrenamiento y partido. Vecinos, padres, abuelos y tíos acuden cada fin de semana a animar a los suyos, formando una auténtica familia unida por el deporte.