¿Decir no es de valientes?

No es una pregunta retórica, ni el título de una obra de ficción. Alguien puede que encuentre un paralelismo con la canción de Raimon Diguem no. Si bien el cantautor valenciano se refería a la negación de quien ha visto la sangre derramada, el hambre y la cárcel. Apenas aquí hoy es una provocación. Algo que alude al dilema socialista entre la abstención o la negación otra vez de la vía a la presidencia del gobierno del candidato que hace seis meses mantuvo una posición que ahora no quiere para él. Una negación semejante a la cicatera que PODEMOS brindó al candidato socialista haciendo causa común con el PP.

Participo en una asamblea de los socialistas salmantinos donde una mayoría abrumadora de una veintena de intervenciones expresa su apoyo en favor de que el grupo socialista en el Congreso de los Diputados vuelva a impedir la investidura de Mariano Rajoy. Un escenario similar se repite en el comité federal del PSOE. Las voces alzadas defendiendo el no superan con creces a las que abogan por la abstención. Sin embargo, el escenario se invierte en el momento decisivo de determinar el peso real de cada opción mediante una votación. Quienes están en favor de la abstención ganan la partida. 139 votos son más que 96. Desde Isaiah Berlin sé de la diferencia existente entre la libertad positiva y la libertad negativa y amparándome en esa distinción puedo sostener que la libertad, como capacidad de decir no, ha triunfado. Pero, ¿se trata en este caso preciso de una cuestión vinculada con la libertad? No lo creo.

Las razones de unos y otros se han explicitado claramente. La oportunidad de una u otra decisión se articula en las expectativas de los distintos actores, en cómo, lo que parece más importante, impacta en el escenario global del sistema político español. No deja de estar también presente el futuro del propio partido socialista cuyo declive turbulento parece quererse minorar. Como muchas veces en mi vida estoy perplejo y las dudas sobre cuál es la mejor opción me paralizan. De manera reflexiva, pero animado sin duda por las emociones, digo no y diciéndolo sé que hago mías las palabras de Raimon que evoco cuarenta años después, no sé por qué, y me traen un aroma lozano de valentía, quizá porque los que votamos no asumimos que nosaltres no som d'eixe món.