'La nieta del señor Linh', palabras para el desgarro y la esperanza

"Un anciano en la popa de un barco. En los brazos sostiene una maleta ligera y a una criatura, todavía más ligera. El anciano se llama Linh. Es el único que lo sabe, porque el resto de las personas que lo sabían están muertas". Así comienza esta historia, que con pocas palabras, transmite tanto.

El anciano señor Linh ha llegado, procedente de un país en guerra, trae consigo sólo una maleta con escasas pertenencias (un poco de ropa, una fotografía, y un puñado de la tierra que les dio de comer toda su vida), y con lo más preciado que le queda en el mundo: su pequeña nieta, que junto a él, es la única superviviente de su familia.

La ciudad le es ajena, la gente corre de un lado para otro, indiferente al drama de los demás. A veces siente que las fuerzas le flaquean, pero ha de ser fuerte y seguir adelante por ella, por su nieta, lo único que ya le importa, esa pequeña vida que florece, esperanzadora, entre sus recuerdos y su nostalgia.

Sin embargo, en medio de todas esas personas que no le miran, de esas casas impersonales, esas aceras sin alma, el señor Lihn conoce a alguien. Un hombre que sin hablar su idioma, sin entender ni una de las palabras que intercambian, se convertirá en su único amigo en ese país extranjero, con su presencia tranquila y bondadosa.

Se trata de un libro que se lee en poco tiempo, pero que se queda agarrado en la memoria (como todos los buenos libros), y que te inunda de sentimientos mientras lo lees.

Una historia que habla del desarraigo, pero también de la amistad. De la pérdida, pero también de la esperanza. De la soledad, y también de la compañía. De como dos almas tan diferentes, pueden ayudarse sin siquiera hablar la misma lengua.

Un título que para nada es nuevo, pero que hoy día, en el que tantos refugiados sufren el mismo drama que el protagonista, por desgracia, aún no ha dejado de tener vigencia.

Literatura llena de humanidad, con un tema de base, del que ojalá ya no se tuviese que hablar.

"-Esta fuente no es una fuente normal- explica el señor Linh-. Se dice que su agua tiene el poder de hacer olvidar a quien la bebe, de hacer olvidar las cosas malas. Cuando alguno de nosotros sabe que va a morir, viene a la fuente solo. Toda la aldea sabe adónde va, pero nadie lo acompaña. Tiene que recorrer el camino solo y arrodillarse aquí también solo. Bebe de esta agua, y en cuanto lo hace, su memoria se aligera: no conserva más que los momentos hermosos y las horas felices, todo lo agradable y dichoso. Los demás recuerdos, los que duelen, los que hieren, los que rajan el alma y la devoran, todos esos desaparecen, se diluyen en el agua como una gota de tinta en el océano".

Librería Hydria-Carletes