Calumnia, que algo queda

Aunque proveniente del brocardo latino "calumniare fortiter aliquid adhaerebit", la expresión ha llegado hasta nosotros de la mano del filósofo y escritor inglés Francis Bacon con su obra "De la dignidad y el crecimiento de la ciencia", de 1625. Su uso se ha generalizado de manera escandalosa, sobre todo entre adversarios políticos, quienes no temen en inventarse acusaciones (falsas, a sabiendas, en muchas ocasiones) para desprestigiarse entre sí. Lo menos importante es si con el transcurso del tiempo se demuestra que aquella acusación era falsa. Aunque el ofensor tenga que rectificar, nunca esa rectificación llega tan lejos como la acusación inicial y siempre queda la sombra de la duda sobre la honorabilidad del injustamente vilipendiado.

Los límites entre el derecho al honor y la libertad de expresión son, en muchos casos, difíciles de precisar, sobre todo cuando el agraviado ocupa un determinado cargo público o puesto de relevancia social acreditada. En muchos casos son los medios de comunicación (financiados por el poder y por grupos mediáticos) los que inician la vergonzosa senda del desprestigio con la única finalidad de cambiar un gobierno por otro. Es la estrategia, que, en muchas ocasiones, consigue sus objetivos. ¿Eran ciertas las acusaciones que hacían algunos grupos y poderes fácticos apoyados por el PP mediante manifestaciones multitudinarias en Madrid durante la legislatura 2004-2008, calificando a Zapatero de negociar con los terroristas, de que traicionó a las víctimas, de que rompía la familia con la aprobación del matrimonio entre homosexuales o de que se rompía España cuando se aprobó el Estatuto de Cataluña? Precisamente cuando España parece quebrar su integridad territorial ha sido con un gobierno conservador, ¡qué curioso!. Aquellas acusaciones (falsas, porque ni Zapatero se alió con los terroristas, -la prueba es que ETA dejó de matar hace 5 años y no es necesario decir quién gobernaba España en ese momento-, ni se quebró la familia, ni se rompió España) dieron su fruto con el tiempo y algo quedó.

De las acusaciones actuales a Podemos porque ha recibido, presuntamente, financiación de gobiernos corruptos y reprobables (como el de Venezuela de Chavez y Maduro y el de Irán), no se puede extraer ninguna presunción de actuaciones corruptas de este partido porque aún no ha gobernado en España y, por tanto, no sabemos si gestionarán mejor o peor los intereses colectivos o si esa financiación es presuntamente ilegal como ha ocurrido con el PP gobernando. En cualquier caso y sobre relaciones de políticos con gobiernos corruptos que convierten sus países en "Estados fallidos", ¿no ha vendido el gobierno de Rajoy material de defensa y armas a Venezuela (13 millones de euros), Arabia Saudi (448 millones) o Irak (38 millones)?; ¿no han tenido relaciones comerciales tanto Aznar como Zapatero con el gobierno Libio de Gadafi?; ¿no mantuvo buenas relaciones Fraga con Fidel Castro cuando el primero presidía la Xunta de Galicia?; ¿No ha mantenido buenas relaciones Aznar con ex presidentes latinoamericanos, como Alfredo Cristiani, de El Salvador, que estuvo presuntamente implicado -y hay un proceso penal pendiente por ello- en la trama que asesinó a Ignacio Ellacuría y otros 4 Jesuitas españoles en 1989, o con Otto Pérez Molina, de Guatemala, que actualmente está encarcelado por presuntos delitos de corrupción política?; ¿no mantuvo Felipe González excelentes relaciones de amistad y comerciales con Carlos Andrés Pérez, ex presidente venezolano, cuando éste ejerció una violencia brutal sobre su país, donde murieron alrededor de 3.000 personas, en febrero de 1989?; ¿no mantuvo Felipe González relaciones comerciales con el Chile de Pinochet, vendiéndole armas en 1987?; ¿no ha sido recibido por todos los jefes de gobierno españoles desde 1979 (excepto Suárez) el presidente de Guinea Ecuatorial Teodoro Obiang, que gobierna su país con extrema dureza.

En España muchos grupos de comunicación (con independencia del ideario político que profesen) utilizan de manera sesgada la crítica política, es decir, utilizan el "calumnia que algo queda" para distorsionar la realidad y manchar la honorabilidad de los adversarios políticos, convirtiendo nuestra democracia en un indecente juego de trileros, que la degrada y esquilma.

Recordemos que la democracia, -como diría el gran politólogo italiano Norberto Bobbio-, "la real, no la imaginaria, vive de un consenso racional, tolerante y moderado".