Con los muertos no se juega

Nos acercamos al día de los difuntos. Que por cierto no es el día uno, como suele pensarse, sino el dos de noviembre. Pero si el despiste de los cristianos deja del lado a la gran fiesta de Todos los Santos en beneficio de la fiesta de los difuntos, más grave todavía es postergar el sentido cristiano de oración e intercesión por los difuntos a favor de la celebración ajena a nuestra cultura tradicional del dichoso halloween, en castellano "jalogüin".

Por si fuera poco, este año nos vemos sorprendidos con la noticia de que el alcalde de Valencia, Joan Ribó, del grupo político Compromis, ha dado órdenes para que, con la mayor urgencia posible, se retiren todos los signos cristianos del cementerio. En efecto, ha ordenado a los funcionarios del cementerio general de Valencia, de administración municipal, retirar todo tipo de símbolos cristianos de las instalaciones de dicho cementerio.

Sólo faltaba eso. ¿Qué demoníaco sentimiento anticristiano y antirreligioso impulsa al señor alcalde de Valencia a llevar a cabo tan descabellada tropelía? Con los muertos no se juega, señor alcalde. Está usted hiriendo los sentimientos de gran número de personas que profesan la religión cristiana mayoritariamente en España y en su ayuntamiento valenciano. Y me da la impresión de que este tipo de tropelías le va a exigir a usted una seria rectificación o a pasarle una considerable factura. La devoción popular a los difuntos puede revolverse contra usted y pedirle cuentas por esta equivocada forma de proceder.

Ya un grupo organizado de la sociedad española ha promovido una protesta formal contra usted por esta forma de manifestarse y le pide que revoque tan descabellada orden. Se trata de la organización con expresión digital HazteOir.org, que ha invitado a los ciudadanos españoles a expresar su protesta y a pedirle a usted que revoque tan desafortunada orden. Y son ya más de quince mil personas las que han prestado su firma a tal iniciativa.

De dónde le viene a usted ese trasnochado odio hacia la religión cristiana y las expresiones tradicionales y populares con que la gente sencilla quiere manifestar su recuerdo y su unión con sus familiares y amigos difuntos. Piénseselo, señor alcalde. Y que se lo piensen tantos otros que comienzan a manifestarse con expresiones de odio hacia las realizaciones cristianas, en imágenes, crucifijos, iglesias, etc., etc. Y luego se proclamarán ustedes demócratas de pro y defensores de las libertades. Serán las suyas, no las de los demás.

Téngalo en cuenta, señor alcalde. Con los muertos no se juega.