Cruz-Villalobos y sus cánticos de la vida retirada

Si Horacio tuvo, por Mecenas, la finca de la Sabina, y el conquense-salmantino se deleitaba por La Flecha, a orillas del Tormes, Luis Cruz Villalobos tiene en Poñén (al sur de Chile, entre Concepción, Penco o Chiguayante), su infantable lugar de sosiego, de retiro del bullicio de Santiago, donde ejerce como psicólogo, además de ser pastor presbiteriano.

Estos días cuando el frío empieza a dejar constancia por el Cono Sur, Luis ha estado de nuevo por esos parajes a los que, desde 2007, viene cantando por lo mucho que sirven para su sosiego espiritual y para la conciliación familiar, pues allí siempre va con su esposa e hijos. Un hayku suyo, de la antología en comento, dice así: "Aquí en Poñén/ El tiempo se detiene/ Bajo la llovizna".

Cruz-Villalobos (Santiago de Chile, 1976), es autor de una amplia obra poética. Pero esta antología de seguro ocupará un lugar especial en el corazón suyo, ese músculo sintiente que amasa el pan de cada día. Poñén, y bajo los manzanos, de nuevo: "Aquí/ Como un fruto más/ Como un niño / Como una brizna / Como una libélula sostenida por la música / de un tiempo remoto / y el viento estival / de un atardecer perfecto y dulce" (p. 22). Cierto que en Poñén está presente lo telúrico en su manifestación más plena, pero también es cierto que, también para él, creyente cristiano, por esos parajes tiene muy adentro al Amado galileo: "El lugar santísimo de la vida/ Solo puede estar habitado/ Por el eterno Misterio (que un día se hizo carne) /A oscuras/ Pero en plenitud creciente". (p. 178).

Y como bendito o dichoso, el chileno confiesa en su retiro: "Gracias por este segundo de paz/ que he guardado?". O también: "No hay como/ El canto de los álamos/ Para mí /Así brotó/ En mi adolescencia/ La dulce poesía/ Como este canto/ Tan sutil y amable/ De los álamos/ En el silencio/ Del campo?".

Queden, amables lectores, con estas humildes propuestas de un humilde seguidor de ese Poetón llamado Jesús:

CUATRO POEMAS DE LA ANTOLOGÍA

BEATUS ILLE

Dicha clara la del abrazo silvestre

Dicha pura la del lejano canto

Que no sabe del bullicio de la urbe

Ni del cortesano y vacío abrazo

Dicha que se abre gratuita y liviana

Dicha que nos besa si sabemos hallarla.

AQUÍ / TRANSPARENCIA

A Leonardo Boff

El viento en ráfagas perfectas

Campesinos cortando gavillas a lo lejos

El cielo pleno de su azul

Pájaros de todos los cantos entonando

sus sinfonías junto a los álamos

Yo sumergido en la clara belleza

de estos paisajes del sencillo Poñén

Recordando las palabras

sobre la trascendencia

del viejo y sabio Boff

que me susurran al oído más hondo

que somos como árboles

enraizados aquí

como sitio particular y límite

pero con copas abiertas

al diálogo con el universo entero.

HUMANO

Enraizado a la tierra gredosa

Atado al viento fresco

Bajo los pies del sol infinito

Y la luna palpitante

Creces

Expandes tus ramas y raíces

Por el mundo

Aquí

Al borde del cielo y de la tierra

Donde eres un simple accidente

Que no vas a ningún lugar

Sólo pasas

Devienes aire

Átomos

Energía dolorosa

Que anhela detenerse en paz.

DOS TORDOS

Dos tordos vuelan juntos

Malabares son de sí mismos

En el aire campesino

Dos tordos juntos vuelan

Como cónyuges diminutos

Sin carga ni boyero.