‘Doping’

La investigación del doping en el deporte de competición es relativamente reciente, aunque ya en la antigua Grecia se ofrecían complementos alimenticios a los deportistas para incrementar su rendimiento físico. No obstante, el primer caso que generó escándalo a nivel mundial fue el del atleta Ben Johnson, que en la final olímpica de los 100 metros lisos en los Juegos de Seúl, en 1988, batió el record mundial de esta modalidad con una marca desconocida hasta entonces: 9,79 segundos. A los pocos días, en un análisis de orina se detectó que había ingerido esteroides prohibidos por la normativa (estanozol) y fue desposeído de la medalla de oro, así como de los records que había conseguido. Posteriormente fue sancionado inhabilitándole por dos años.

En 2002, durante la celebración de los juegos olímpicos de invierno en San Lake City, el alemán Johan Mühlegg, nacionalizado español, compitió con la bandera de España y obtuvo 3 medallas de oro, que le fueron retiradas al dar positivo por consumo de Darbepoetina Alfa, una sustancia que incrementaba su resistencia física. También fue sancionado por dos años; quiso volver a representar a España en los siguientes juegos, pero la federación española no le apoyó. En el ciclismo ha habido muchos casos conocidos, sobre todo con la Operación Puerto, el positivo por Clembuterol de Alberto Contador en el Tour de 2010 y el más sonado, el del americano Lance Armstrong, por consumo de EPO, testorterona y transfusiones de sangre para mejorar su rendimiento. Fue desposeído de los 7 Tour que ganó y suspendido de por vida.

Pero las trampas para ganar competiciones no sólo se producen en el ámbito del deporte con el consumo de sustancias prohibidas, sino en otros órdenes de la vida, como en la financiación ilegal de partidos políticos, cuya finalidad es el enriquecimiento ilícito de gobernantes con dinero procedente de prácticas corruptas y la disposición de grandes cantidades para campañas electorales con el fin de conseguir comprar mejor a los ciudadanos para que éstos les otorguen la confianza mediante el voto. Quién más dinero tiene en las campañas electorales mejor puede comprar la confianza de los ciudadanos. Es la desvergüenza del sistema democrático, que si no se corrige puede degenerar en la tiranía.

José de la Mata, juez de la Audiencia Nacional, abrirá juicio oral en la causa por la contabilidad ilegal del PP desde 1990 hasta, al menos, el año 2008, y sienta en el banquillo a sus dos ex tesoreros, considerando al PP como responsable civil subsidiario y exigiéndole una fianza de 1,2 millones de euros. El juez atribuye a la antigua cúpula financiera del PP los presuntos delitos de organización criminal, asociación ilícita, falsedad contable, tráfico de influencias, blanqueo de capitales y delitos contra la Hacienda Pública . Acredita, por tanto, la existencia de "caja B". También queda acreditado por el juez que con esos fondos ilegales se sufragaron los gastos de las campañas de las elecciones celebradas en 2003, 2004 y 2008 (generales, europeas y autonómicas de Cataluña y Andalucía).

Evidentemente ese dinero extra procedente de la financiación irregular no es EPO, testosterona, estanozol o Darbepoetina Alfa, pero contribuye decisivamente a lavar el cerebro de los electores haciéndoles creer que el PP es el único partido que solucionará los problemas de los ciudadanos. En definitiva, es hacer trampa para poder ganar mejor. Luego, ¡qué casualidad!, aparecían sobres con miles de euros en locales donde el PP celebraba mítines. Bien es cierto que, aunque hubiera sospechas, es muy difícil probar que ese dinero tuviera procedencia ilegal. Quizá "con el tiempo y una caña", como se dice coloquialmente, algún día se podrá conocer su verdadera procedencia.

No estaría mal que, al igual que los deportistas que se dopan son desposeídos de los títulos conseguidos en esa situación e inhabilitados temporalmente, se hiciera lo mismo con los partidos políticos que no han concurrido limpiamente a las diferentes confrontaciones electorales.

Mientras eso ocurre, el pueblo (que no olvidemos, es el soberano) va poniendo a cada cuál en su sitio. No es extraño que toda una aristócrata como la Condesa de Bornos y Grande de España (Esperanza Aguirre y Gil de Biedma) sienta su orgullo pisoteado porque una ciudadana modesta, ejemplar, honesta, tolerante y solidaria (Manuela Carmena), que luchó como nadie en la dictadura para conseguir los ideales democráticos (incluso le pudo costar la vida, porque también iban a matarla los ultras que asesinaron al resto de abogados laboralistas del despacho de Atocha, en 1977), pueda gobernar la capital de España con el apoyo del resto de fuerzas políticas de izquierdas y progresistas. Siempre con el permiso de "posibles Tamayazos", que de todo hay en la viña política y de lo que nunca (por desgracia) nos veremos libres.