Recuperar lo perdido

¿Estamos en el inicio de un nuevo mapa político en España, o más bien ante una leve corrección atenuada de ese bipartidismo en el que se ha movido desde la transición nuestra vida política? Las urnas comenzarán a decirlo dentro de una semana y, a través de los resultados, podremos comprobar si la indignación, el hartazgo de buena parte de la ciudadanía ante la corrupción (ante las corrupciones), ante los descomunales recortes en sanidad, educación, becas, comedores escolares, servicios sociales, ley de la dependencia? y otros mil desmanes con los que se nos ha castigado estos últimos años, con el pretexto de la crisis?, si ese hartazgo es capaz o no de transformar el mapa político de España, o solo se quedará en una mera reacción superficial.

Fuerzas hay que, a lo largo de todos estos últimos meses, y en los últimos días, están tratando de que ocurra esto último que decimos, de que sigamos en la inercia de un bipartidismo, en el que unos partidos políticos se han apoderado del estado, como si fuera suyo, como si no emanara de voluntad popular. Y, así, se nos ha recortado todo lo relacionado con esos servicios sociales imprescindibles (sanidad, educación, becas, comedores escolares, servicios sociales?), que consolidan el bienestar ciudadano y que civilizan y moderan la sociedad, con el pretexto de la deuda; y, sin embargo, estos últimos días, el gobierno pregona dineros a espuertas, como caramelo o golosina, para mantener en los poderes municipales y autonómicos a los suyos.

¿Se nos puede seguir engañando, como ocurre a las puertas de todas las elecciones, con esas golosinas o caramelos de las promesas electorales? ¿Progresa una sociedad cuando un gobierno da ayudas para comprar coches y, al tiempo, recorta en servicios sanitarios, en comedores escolares, en recursos para la ley de la dependencia? Seguro que piensan que, en el fondo, parte de la sociedad, como los niños, se deja engatusar por las engañifas de los caramelos de las promesas.

Pero, a lo largo de todos estos últimos años, con el pretexto de la crisis, hemos perdido mucho. Se ha realizado una política sistemáticamente privatizadora (o de "externalización", según ese cínico eufemismo con que se nombra tal práctica) de distintos servicios públicos, con el mentiroso pretexto de que son más baratos poniéndolos en manos privadas, cuando no es así; y es que, según ese feroz liberalismo que profesan, se ha de desamparar y desmontar lo público, lo que está al servicio de todos, de lo que se benefician todos, para convertirlo en negocio (siempre en manos de allegados y amiguetes). Y así nos luce el pelo.

Lo que nos jugamos como sociedad en este momento, ya que tanto nos hemos indignado (ya veremos si es así, cuando llegue la hora de la verdad), es el recuperar lo perdido: una red de servicios públicos, con los que, con mucho esfuerzo de todos, nos habíamos dotado como sociedad, y que constituían un logro histórico de la España de los últimos lustros. Y esa es una defensa que los españoles nunca hemos debido de abandonar (las mareas blanca y verde, de la sanidad y la educación, son ejemplo de cómo la sociedad consciente sí ha tratado y trata de defender esos logros), pues en ello ha consistido, en la práctica, la modernización de nuestro país y su progreso más verdadero.

Porque sectores como la sanidad o la educación son servicios sociales imprescindibles y que han de estar al alcance de todos; no son negocios, pese a que la voracidad de determinados sectores muy poderosos hayan puesto la vista en ellos.

En estos próximos días, en estos próximos meses, vamos a poder comprobar si los españoles estamos dispuestos a recuperar lo perdido; o si nos siguen engañando, como siempre, con los caramelitos de unas promesas electorales que, aunque luego no cumplan e incluso hagan lo contrario, saben que no les pasa nada.