Vida sin armadura

Toda vida está hecha de fortunas y adversidades ?como certeramente indica el título del crítico y genial Lazarillo de Tormes?. En toda vida hay luces y sombras, momentos de fulgor y momentos desdichados. Es una experiencia que, de una u otra forma, nos pertenece a todos. Todos sabemos cuáles son nuestros hitos de plenitud y nuestras simas de dolor y desgracia.

Pero lo fascinante de toda vida, cuando la conocemos, cuando se nos narra, es percibir cómo el ser humano se hace a sí mismo, a partir de una voluntad de ser, a partir de esa conciencia plena, que, desgraciadamente, no se desarrolla en todos los seres humanos, de que tenemos la facultad ?con todas las limitaciones que se quiera? de irnos haciendo a nosotros mismos.

Hay un libro, novedad editorial en nuestro idioma, traducido del inglés, aunque de sello editorial madrileño, impreso en nuestra Salamanca, que me ha parecido fascinante en el sentido que indico. Lleva el título de La vida sin armadura. Una autobiografía, su autor es el escritor británico Alan Sillitoe. Y en él advertimos cómo, desde orígenes obreros, desde orígenes humildes, la conciencia propia, esa luz que hay en el interior de cada uno y que a no pocos se les apaga enseguida, o se la apagan, guía al autor hasta la cultura, hasta la pasión de escribir. Es un relato fascinante. Léanlo.

"La vida está hecha de nadas", decía el genial portugués Miguel Torga, en un memorable verso. Está hecha de cosas muy pequeñas, a nuestra medida; de cosas que podemos abarcar. Pero esas nadas son decisivas, porque, a partir de ellas, se configura nuestro propio sentido vital.

Vida sin armadura. Vida siempre a la intemperie. Para edificarla, cada uno llevamos dentro una luz que arde en nuestro corazón y que nos guía ?según San Juan de la Cruz indicara?. Por favor, no la apaguen; no dejen que se la apaguen.