Sólo blancos y ricos

El año pasado se triplicó la presión migratoria sobre nuestras fronteras, según los datos oficiales de Frontex [http://bit.ly/1F9b4MU], la agencia europea para el control de fronteras. Y sus puertas principales de entrada no son ni las vallas de Ceuta o Melilla, ni las pateras, por mucho que los medios de comunicación aprovechen esas impactantes imágenes para tocar la fibra sensible de sus lectores y televidentes. En multitud de ocasiones, son migrantes por las guerras que viven sus respectivos países (Siria, Malí, Libia, Sudán?); por conflictos étnicos; por su condición homosexual; por ser albino, mujer, copto? Y son recibidos en nuestras fronteras como una amenaza para el nivel de vida y nuestros recursos sociales, en lugar de verlos como una oportunidad para nuestro continente.

Quién no ha oído en alguna ocasión, incluso a gente que dice no considerarse racista, que los inmigrantes quitan el trabajo a la población local; o que donde hay inmigración hay delincuencia? Los datos demuestran que no hay nada más lejos de la realidad: los inmigrantes no destacan sobre la población local, excepto los delincuentes jóvenes; debido al "racismo no reconocido" que tenemos, las denuncias se cursan menos en los casos en que el agresor es blanco o, cuanto menos, sin rasgos físicos extranjeros. Es decir, la criminalidad tiene que ver con la exclusión social más que con el origen geográfico. En cuanto a los trabajos desarrollados por los inmigrantes, estos son los que mayor porcentaje presentan en empleo precario, tanto temporalmente como a tiempo parcial, y, normalmente, en aquellos sitios que menos educación requieren. Tengo un amigo, de nacionalidad cubana, ingeniero industrial criado en la antigua URSS, que se ganaba la vida descargando camiones de madrugada. Se fue a EEUU a trabajar de lo que era, harto de esperar una oportunidad aquí. Situaciones similares han sido abundantes, ya no queda nadie inmigrante con titulación? ni casi tampoco hispanos, excepto los que tienen carné del PPSOE.

Un país, el nuestro, que ha sido emigrante y que se levantó con el dinero de los que tuvieron que salir para buscar un futuro mejor: la historia es cíclica, aunque cambie el lugar de los actores. E, igual que lo hicieron nuestros mayores, los inmigrantes, lejos de otro de los tópicos, tienden a integrarse en la sociedad de acogida, pues la integración depende de la economía pero, también, de la propia sociedad que quiere acoger al extranjero. Según la Comisión Europea, un candidato a un puesto de trabajo con nombre extranjero debe presentar el doble de solicitudes que un trabajador local. Y exactamente lo mismo pasa en los colegios, donde los hijos de inmigrantes deben enfrentarse a la falta de fluidez idiomática.

Otras culturas, otros valores. Claro que, si reflexionamos sobre ello, cada individuo posee los suyos, y estos son diferentes según cada persona. Mis principios pueden no coincidir excesivamente con los valores de un perfil políticamente conservador, pero, al fin y al cabo, no dejan de ser la suma de las convicciones individuales, mantenidas dentro de un marco de convivencia. Si cada uno aporta sus convicciones, el grupo amplía su espectro de valores: no son fijos, cambian constantemente con la propia sociedad, entendida como la suma de todos sus miembros? de todos.