“El mío no habla nada”

Una cajera de un Supermercado le decía a la mujer que me precedía en la cola: "el mío no habla nada; menos mal que tengo a mi niña", Las dos lo comentaban divertidas y resignadas con estos hombres "que solo hablan de fútbol" con sus amigos. "Si es que las mujeres nos comunicamos mejor", se reforzaban la una a la otra.

Las afirmaciones generales siempre son injustas, porque las personas nos diferenciamos más por ser únicas que por ser hombre o mujer. Pero estas simpáticas señoras tienen bastante razón porque efectivamente las niñas empiezan a hablar antes y hablan mejor, las mujeres tienen un desarrollo verbal mayor y, de esto es de lo que trataban, se comunican también cosas más íntimas y asuntos de la vida cotidiana de todo tipo. Expresan más y mejor sus problemas o sus alegrías a los demás, especialmente a las amigas, escuchan mejor todo lo referido a la vida cotidiana y son capaces de estar hablando más tiempo de casi todo.

Es más frecuente ver a mujeres en torno a una mesa, sin más en común que las palabras, gestos y sonrisas, mientras es más probable que los hombres usen mediaciones para estar juntos, como las cartas, el dominó o la visión de un partido de fútbol.

Es probable que estas diferencias sean el resultado de la evolución, por las actividades preponderantes por los roles de género, aprendizajes de la especie a lo largo de milenios que han acabado convirtiéndose en características asociadas al sexo. Pero de lo que no hay duda es de que cada niño y niña que nace es socializado y tiene modelos diferentes, también en estos aspectos. Sin grandes teorías es lo que cría la cajera, al decir: "es que a mi niña la enseñado yo y es como yo. Menos mal que la tengo para hablar en casa, porque el no dice ni "mu".

Sea como sea, lo cierto es que ambos, y muy especialmente en la pareja, necesitamos hablar, expresar, comprender y compartir emociones y palabras, quejas y alabanzas, miradas, caricias, besos y abrazos.

Los hombres haríamos bien en estar más atentos a esta necesidad de comunicación, más sentida por muchas de las mujeres. Interesarnos por lo pequeño y lo grande, por lo que el otro nos pregunta o nos cuenta, hasta llegar a lo que en realidad desea compartir con nosotros.