Danza y autocontemplación

Tras el arranque del peregrino, la escalera de la universidad de Salamanca muestra en su primer tramo la escena a la que responde el título del presente artículo. Con la profusión propia del plateresco, el bufón y la cortesana protagonizan el centro de una composición alusiva a una sexualidad primaria, desvergonzada, pero tentadora por lo asequible. Paraje primero y obligado para el joven de cualquier época.

Debido a los cambios propios de la pubertad despierta en los adolescentes la atracción sexual. Una nueva química hormonal se prodiga por su torrente sanguíneo, inundando hasta la última célula del organismo, sellando un proceso de masculinización y feminización especialmente intenso en la edad joven. Los sexos se descubren frente a frente y habrán de bregar durante algunos años para encauzar esa química aportándole significado, dándole asiento en un inicial y precario equilibrio realidad-placer-moralidad sexuales, punto de partida necesario para una personalidad equilibrada.

El primer tramo de la escalera se ofrece en principio atractiva al estudiante:danza y autocontemplación. Se trata de una primera y poderosa atracción para ese cerebro límbico o mundo emocional en el que nuestro estudiante trata de poner orden, esforzándose para que de ahí emerja una afectividad sana en un océano de emociones potentes y persuasivas, a veces peligrosos, en una sociedad consumista poco dada a autolimitación ética. Nuestro estudiante se percatará sin mucho aparato de lo arduo de la tarea y no tarda en advertir que, como en la escalera, agazapada al final de su primer tramo, se encuentra una sirenita. Simpática sirenita que con sus cantos embaucará a más de uno, llevándole al naufragio. La ingeniosa metáfora tiene un marcado arraigo hispano por la obra de S. Isidoro (Etimologías, XI).

Nuestro estudiante supera su primera prueba. Persuadido de la insuficiencia de la danza aspirará a partir de ahora con más vehemencia, ad superos; para adquirir un sentido especial para ponderar el núcleo de la realidad más allá del primer golpe de vista, que le dota de capacidad crítica y de una incipiente veneración por la profundidad y, a la vez, de un rechazo casi visceral por lo vano y superficial por muy envuelto en oropel que se ofrezca o aún cuando se le insista con machacona insistencia.

Un sapere aude naciente eleva al estudiante permitiéndole crecer lento, lento y seguro (M. de Unamuno) para desarrollar esa autonomía o señorío que le aparta de forma casi instintiva de los lugares comunes. Se va haciendo con una "ecología sexual" en la que voces tan imprescindibles como afectividad, amor y vida, voces imprescindibles abandonan la perplejidad o, lo que hoy es lo mismo, de la necedad. Comprueba que merece la pena seguir la escalera ad superos y descubrir sus sorpresas