¿En qué consiste la paternidad?

Si me lo permiten, voy a echar más leña al fuego, liar la madeja, buscarle tres pies al gato, agudizar las contradicciones y demás. Sobre el tema del aborto, me refiero. Porque posiblemente sea, por sus múltiples aristas médicas, morales, emocionales, políticas e incluso económicas, el más complejo con el que pueda enfrentarse una sociedad a la hora de afrontar la regulación legal de una situación conflictiva. Me sorprende, por ello, que casi todas las partes tengan las cosas claras y vean este asunto (como lo llamó el presidente) blanco o negro emitiendo con ligereza certificados de amoralidad o progresía. Curiosamente losprovida son los que, con su postura maximalista, muestran más coherencia. El propio PP parece no percatarse de la incongruencia de su anteproyecto al manifestar que no habrá embriones de primera y de segunda pero permitir el aborto en casos de violación. Personalmente manifiesto mi desconcierto más total, no soy capaz de encontrar una guía de conducta. Parafraseando en este tema a Cernuda: cuando la muerte quiera una certeza quitar de entre mis manos, las hallará vacías.

En el debate, por llamarlo de alguna manera, se habla de colisión de derechos: los de la madre y los del nasciturus, pero esa parece más bien una estrategia reduccionista (¿se incluiría a las mujeres ya no fértiles?) para desarmar al adversario: ¿quién se opondría a defender los derechos de una mujer?. Y además, aún a riesgo de granjearme la enemistad de la población femenina (¿por qué?) me parece que falta otro término en la ecuación: los derechos de los padres. Soy consciente de que ello introduce aún más complejidad pero creo que no por eso deba soslayarse. Resumirlo todo en un nosotras decidimos porque se trata de nuestro cuerpo es arriesgado y abriría nuevas incógnitas si todos pasáramos a usar esa máxima como norma de conducta. Además implica considerar a los varones como meros donantes anónimos de esperma. En los centros de enseñanza se aborda muchas veces el tratamiento de los dilemas morales y se debate sobre la igualdad de los seres humanos. Les enseñamos que los derechos son de las personas si bien hay regulaciones especiales para proteger a los débiles como los niños, refugiados, ancianos, las mujeres en los casos de violencia de género. Y trabajamos en coeducación mientras ellos ven en la prensa que se apela tan sólo a la conciencia de las mujeres diputadas del PP, no a la de los varones.

En fin, para mí el asunto no es una broma y creo que tal como está planteado ahora deja entrever una idea machista de que los hijos son más de las madres que de los padres. Porque una madre puede llevar a término un embarazo no deseado por el padre sin que éste pueda hacer nada y, tras el parto, un juez obligará a ese padre a proteger los derechos de ese hijo del que ha querido pero no podido desentenderse (fue sonado, entre muchos otros, el caso de un famoso tenista alemán). Pero si la madre por el contrario decidiera abortar, nadie protegerá los derechos de ese padre que puede estar deseoso de encargarse de criar amorosamente al neonato. Aunque para ello se deban buscar fórmulas de compensación por la dureza de un embarazo. Para eso están los legisladores, para pensar. (Un primer ejemplo sería impedir, obviamente, que ejerzan sus derechos los padres en caso de violación). Se puede hacer. ¿Se puede hacer? Las sentencias que otorgan la custodia de los hijos en casos de divorcio están cambiando para acomodarse a los nuevos tiempos y al nuevo papel de los padres, cada vez menos invisibles, en la crianza de los hijos. ¿No sería el momento de ver refrendado este avance en el nuevo anteproyecto de ley de interrupción del embarazo tutelando de alguna manera los derechos de esos padres? No será fácil hacerlo desde luego, es más será muy difícil, pero está en juego nuestra concepción de la paternidad.