Dos efemérides

Este año celebraremos la efeméride de la muerte de Alfonso VIII, el de las Navas, y hablaremos de la Generación del 14, en la que se inscriben Ortega y el doctor Marañón.

A ambos les separa una distancia de siete siglos, pero su legado sigue siendo potente. En ambos casos asistimos a una regeneración del suelo ibérico. Si el primero se distingue por ser el artífice y vencedor de la "madre de las batallas" de la Reconquista, por dar origen a la universidad palentina, la más antigua de la península, desaparecida con él, su reinado arrancó con el auge de la catolicidad propiciado por la orden cisterciense, las órdenes militares españolas (monjes-soldado): (Calatrava, Santiago, Alcántara), las nuevas órdenes mendicantes (Dominicos y Franciscanos) o el nacimiento del Culto Eucarístico. En el 1212 el rey Alfonso fue capaz de convocar los reyes de Aragón y Navarra y a caballeros de los reinos de León, Portugal y Francia, para una alta empresa identitaria, haciendo buena la máxima: "in communi causa homo miles".

No olvidamos tampoco el viaje del doctor Marañón a las Hurdes con Alfonso XIII al comienzo de los años 20. Aquel viaje fue el principio del fin de enfermedades endémicas de esa región, tales como tifus, bocio, cretinismo, hambre, e proyectaba la medicina en su vertiente de ciencia social, anticipo de lo que después hemos conocido como Estado del Bienestar: sanidad pública, universal y gratuita.

La generación del 14 quería europeizar España: modernidad, universidad, cultura. Al doctor Marañón debemos la obra de 1926 titulada "Tres ensayos sobre la vida sexual". Planteaba el concepto de intersexualidad, es decir el hecho de que los seres humanos estamos dotados de una constitución femenina y otra masculina, atenuándose una de ellas y potenciándose la otra. Además, por vez primera en España, se definió la homosexualidad como anomalía de la orientación de la libido y refirió la existencia de las hormonas, sin el auxilio de ningún medio diagnóstico, distinguiendo las diferencias sexuales resultantes de las mismas que serían más tarde confirmadas.

No hay duda que estamos ante legados de intensa actualidad. La necesidad de poner orden a nuestro hombre contemporáneo pasa por dos grandes retos: recuperar su identidad y salir airosos de una vez por todas de los aspectos más sombríos de una revolución sexual ya semisecular. La abierta determinación de Alfonso VIII y la antropología razonable del doctor Marañón interesan.