La escopeta nacional

Este país se está pareciendo cada vez más al que retrató el genial Luis García Berlanga en la conocida película que da nombre a la columna de hoy. Fue rodada en 1978, y estrenada el 18 de septiembre. Berlanga se inspiró en las cacerías del golpista Franco y lo que en ellas tenían lugar: amiguismo, nepotismo, pelotilleo y demás atributos de la españolidad casposa, tan añorada por ciertos grupos de nuestra sociedad.

Que las situaciones que se muestran en el film siguen acaeciendo hoy en día no puede negarse: el poder financiero invita al poder político a una cacería para que este le favorezca. Las situaciones intermedias, dentro de su humor, mostraban la hipocresía de las élites del momento: nobles, religiosos y políticos ineptos, fácilmente manipulables.

Un país de pandereta al que nos están retrotrayendo a pasos agigantados; un país donde los señoritos van a poder disfrutar de todo el campo, aun cuando no sea orégano, para hacer sus negocietes en cacerías, partidas, monterías, o como quieran llamarlo. Así, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, a cuyo frente se encuentra el ministro Cañete, está elaborando el borrador de la nueva Ley de Montes en la que, por lo que parece, se quiere dar prioridad a las actividades cinegéticas en los montes públicos frente a otras formas de ocio como el senderismo o la búsqueda de setas.

Otro paso más hacia la vuelta al franquismo, que no al fascismo (el franquismo no deja de ser una burda copia de este, basado en peinetas casposas, crucifijos sudorosos y pelotas engominados), donde los señoritos podrán disponer de todo el campo para su solaz y disfrute. La razón esgrimida, para pretender ponerle puertas al campo, es la seguridad; para evitar las entre diez y doce muertes anuales causadas por escopetas. En vez de legislar sobre la causa, las armas de fuego, se pretende legislar sobre los afectados por ellas ¡curioso planteamiento!

Veo venir las críticas y, no, no estoy en contra de la caza; de la caza legal, reglada y sostenible. Es cierto que es un sector con amplia repercusión territorial y económica, pero eso no quita para que nos impidan a los demás el uso, aunque sea durante periodos breves de tiempo, y disfrute del campo. Si hiciésemos el mismo razonamiento con los atropellos, no se podría cruzar calles, pues hay más de 9000 de ellos anuales.

Al que habrá que enseñar a andar por el campo, evidentemente como señorito de pro, es a Felipe González, que asegura dejar de aconsejar a Gas Natural "por aburrimiento". No es por dinero, "sólo" cobraba 126.000? al año, ya que le "hubiese ido mejor asesorando a empresas con domicilio fiscal en las islas Caimán". Es posible? será que no conoce a nadie que organice allí cacerías.