París..., pero no solo París

En estos días hemos asistido a innumerables muestras de solidaridad con las víctimas de los atentados de París. Occidente se ha movilizado en masa por este motivo pero, ¿Por qué no lo han hecho del mismo modo con, por ejemplo, las 43 víctimas mortales que hubo en el atentado de Beirut el día anterior? ¿O con el pastor de 16 años decapitado en Túnez?

Parece como si en los países occidentales sólo nos afectasen los muertos que hay en occidente, cuando en Oriente Medio o en África el reguero de sangre es diario. De las víctimas del terrorismo en Siria, en Irak, en Afganistán o en Yemen no nos queremos acordar. Nadie se ha solidarizado con Oriente Medio o África diciendo tras brutales actos terroristas "todos somos Bagdag", "todos somos Saná", "todos somos Maiduguri" o "todos somos Beirut"? Para nosotros, parece como si las víctimas de aquellos países sólo fuesen "daños colaterales", cuando tras ellas también hay vidas y familias rotas.

De hecho, los atentados terroristas con más víctimas este año no han sido los de París, superados en fatalidad por los de Saná (Yemen) del 20 de marzo, que acabaron con 142 muertos, los de la universidad de Garissa (Kenia) del 2 de abril, con 152 estudiantes asesinados, o la masacre de Baga (Nigeria), en enero, que acabó con más de 2.000 personas fallecidas. Sin embargo, estas matanzas no han servido para concienciarnos de absolutamente nada, pues apenas han rellenado, en el mejor de los casos, un minuto de información a mitad de Telediario, como si no hubiese pasado nada...

Por otro lado, buena parte de lo que ocurre en Mesopotamia respondería al refrán "de aquellos polvos, estos lodos". Y es que el problema del terrorismo yihadista es muy probable que no hubiese llegado a tanto si este tipo de grupos no hubiesen sido impulsados por EEUU en el contexto de la Guerra Fría para hacer caer el gobierno comunista establecido en Afganistán tras la revolución de abril de 1978. Entonces, para acabar con la República Democrática de Afganistán, que se situaba en la órbita soviética, desde Estados Unidos se tomó la decisión de financiar y armar a los integristas religiosos. Fue lo que EEUU denominó "Operación Ciclón", que desembocó en una guerra civil prolongada hasta 1992, conflicto en el que desde diciembre de 1979 se implicó directamente la URSS con tropas propias, tras solicitar el gobierno afgano ayuda a dicho país. Finalmente, Gorbachov ordenó la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán en 1989, tras haber tenido unos 15.000 muertos en esta guerra, quedando el gobierno comunista afgano "abandonado a su suerte", hecho que no evitó que se mantuviese aún en el poder hasta 1992, cuando los integristas islámicos lograron derrocarlo y establecer el Estado Islámico de Afganistán, renombrado Emirato Islámico de Afganistán en 1996, bajo control talibán.

Este conflicto puede considerarse el punto de partida para el establecimiento del terrorismo yihadista, que posteriormente se ha extendido también por zonas de África. No obstante, no deja de ser curioso que entre quienes apoyaron al bando muyahidín en Afganistán se encontrasen EEUU, Reino Unido o Alemania Occidental, países actualmente amenazados por dicho terrorismo. No sorprende tanto el apoyo de Arabia Saudí, Estado que actualmente ha sido acusado de dar financiación y armamento al yihadismo en la Guerra de Siria.

Quiero remarcar, con todo ello, que Occidente tiene una gran responsabilidad que afrontar en Siria, Afganistán o Irak, pues en el caos en el que están sumidos dichos países tenemos buena parte de culpa (principalmente EEUU), caos que además nos está salpicando con atentados como los ya acaecidos en Madrid, Nueva York, Londres o París. Ni que decir tiene que el trato de occidente a África también está detrás del caos de dicho continente, cuyas riquezas explotan mayoritariamente empresas europeas y americanas, forzando a la emigración a buena parte de los hijos del continente negro, que a su vez se ve asolado con guerras e innumerables casos de terrorismo.

Por tanto, Occidente debe afrontar sus responsabilidades en Oriente Medio y África, pero no por el hecho de que nos salpique a los países occidentales, que también, sino especialmente por el hecho de que en esta gran patria que es la humanidad estos grupos de descerebrados están segando la vida de miles de personas. Es por ello que los países occidentales deberían ponerse en serio a combatir el terrorismo yihadista como prioridad. Los países de la OTAN están dubitativos en Siria entre combatir a Al-Asad o al Estado Islámico/Daesh, y creo que en este caso debería ser una cuestión de prioridades: lo primero es acabar con el Daesh. Por otro lado, si el debate va de dictaduras y democraticidad ¿Por qué no derrocar al rey saudí Salmán bin Abdulaziz? Al fin y al cabo Arabia Saudí es una monarquía absolutista y está financiando a organizaciones yihadistas? Respecto a Al-Asad, cabe indicar que ha implementado cierta apertura en Siria desde 2012, cuando se celebraron elecciones legislativas, ganadas por el bloque favorable al gobierno, mientras que en 2014 el propio Al-Asad venció las elecciones presidenciales. Que sería deseable una mayor apertura democrática en Siria parece evidente, pero atacando al ejército sirio flaco favor está haciendo occidente en la lucha que éste libra contra el Daesh. La estrategia que está llevando a cabo EEUU está acarreando que el ejército sirio concentre buena parte de sus esfuerzos en defenderse de la oposición 'moderada' que los estadounidenses están armando y financiando, evitando que estos contingentes se empleen contra el autodenominado Estado Islámico. Por otro lado, tras los atentados de París, Francia ha movido ficha y está encaminando sus esfuerzos a combatir en exclusiva al Daesh, de la mano de Rusia. Creo que es un paso que EEUU también ha de dar si se pretende poner fin al autodenominado Estado Islámico, cuyo fin urge más que cualquier derrocamiento.

Otra cuestión a tratar sería el de las células yihadistas que hay en territorio europeo. El área metropolitana de París es un polvorín, con barrios que en algunos casos superan el 50% de paro, donde muchos jóvenes sin futuro pueden acabar siendo captados por las filas terroristas. Si queremos que deje de haber células en nuestros países lo primero que tenemos que hacer es buscar una mayor igualdad económica entre la población, dotando de esperanzas, ilusiones,? en definitiva, futuro, a la juventud, pues la situación actual ha creado guetos, que aíslan a la población entre sí. La convivencia sin prejuicios y la esperanza de futuro son las mayores fortalezas para acabar con el terrorismo. No se puede pretender sostener una sociedad en base a grupos de desheredados. Si no conseguimos convivir ni ilusionar mal futuro podemos esperar? Por un futuro libre de terrorismo en Europa, pero también en Oriente Medio, África y el resto del mundo. Humanos = Hermanos.