Los últimos serán los primeros [Crónica de la Novillada del Lunes]

En la coqueta, genuina y artesanal plaza carnavalera de Ciudad Rodrigo, se han lidiado dos erales de Herederos de D. Manuel Santos Alcalde; gordos, bonitos y bien criados. Ambos aplaudidos en el arrastre, para los novilleros sin caballos Juan Antonio Romero; dos orejas y Alberto Alcalá; una oreja. La plaza se cubrió en más de tres cuartos de su aforo; prácticamente llena.

Es el carnaval del toro en ciudad Rodrigo y la gente se disfraza. Uno puede hacerlo de Dragón, de Papa o del Pato Donald, pero cuando estas gentes acuden a los toros el envoltorio no oculta su esencia taurina y son realmente conscientes de lo que acontece en la arena. No sucede como en Pamplona, por ejemplo, donde los tendidos de sol son una continuación de la gran bacanal festiva y, digan lo que digan, les importa muy poco lo que sucede en el ruedo.

Es por esto que Juan Antonio Romero ha sido premiado con dos merecidas orejas después de una labor maciza y torera con un gran novillo que, sobre todo por el pitón derecho, ha embestido con verdadera calidad. Dos series profundas y mandonas con la mano derecha pusieron las bases de una faena que nunca fue a menos. Es cierto que por el pitón izquierdo el novillo se vencía, pero la clase y el oficio del chico natural de Almorox (Toledo) han sido más que suficientes para resolver los pequeños problemas que planteaba el eral. Remates con gusto a pies juntos y una estocada certera y en su sitio obligaron al presidente a conceder dos orejas de peso.

Alberto Alcalá (Santa Marta de Tormes) ha toreado en dos semanas dos novillos serios y bien armados. Hace ocho días, en la final del Bolsín, le tocó en suerte un eral de Carreros con dos verdaderos puñales, y en la tarde de hoy uno también muy fuerte y exigente de Santos Alcalde. Tiene mérito el chaval porque no se arredró nunca y, por momentos, anduvo solvente con el torete. Empezó con la mano diestra en dos series profundas y templadas intentando que el eral rompiera para adelante. Prueba con la mano zurda y enseguida le coge el pulso a las encastadas embestidas del animal. Mata de una estocada en su sitio y el novillo cae sin puntilla. Una oreja que bien pudieron ser dos.

Ya dice la Biblia que los últimos serán los primeros en el reino de los cielos. Los que hoy torearon habían quedado por detrás de los que lo hicieron ayer, pero si nadie te lo hubiera dicho y tú no lo supieras, hubieras jurado que fueron los dos primeros clasificados.