Una charla entre amigos

Nuestro whatsApp se llama los tres mosqueteros. No me acuerdo quién lo puso, si el brillante gracioso, la inmejorable persona o el salva patrias. La famosa novela de Alexandre Dumas (1844), una historia de aventuras y espadachines que simboliza la amistad, la lealtad y el honor en medio de la intriga política y la corrupción del siglo XVII en Francia con Luis XIII y el cardenal Richelieu. Somos casi de la época.

Cada conversación al amparo del afecto puede ser de lo más irreverente. El cariño de los amigos es sagrado aunque no estemos de acuerdo. En la mayoría de las ocasiones con ellos sí, siendo muy diferentes. Las formas no siempre son las más adecuadas, ni tampoco son simétricos los tiempos de exposición. ¿ Adivinarían ustedes quién es el que se queda con menos baza ?.

Las prioridades las tenemos claras. La familia, los amigos y la pasión por nuestro trabajo que en este caso es la educación.

Nos llevan mucho tiempo los hijos, con las que algunos somos muy pesados entre el orgullo, la preocupación y la búsqueda de soluciones.

Los padres y los hermanos, como diría el listillo “La manada”. Marcan un rumbo, los compartimos como podemos, porque unos y otros tenemos lo nuestro, muertos y vivos .

Mezclamos diferentes suertes de amigos respetando a medias las intimidades. Tenemos la sana costumbre de ser auténticos y eso conlleva información reservada, cero cotillas, pero implicados.

Cómo no, coincidimos en la Casa Escuela Santiago Uno. Eso ya da para mucho debate, protección a la infancia, concertada, maestro de la pública, Escolapios, Reparadores, etc.

Sometimientos a la burocracia y cariño a los alumnos con pretendidos resultados. Que la sociedad avanza y evoluciona no nos lleva a consenso, hay poca justicia social y menos igualdad de oportunidades. Digan lo que digan contribuyen a dejar el mundo mejor de lo que lo han encontrado.

Cada charla es un Máster de humanidad, filosofía y confianza. Podemos reírnos con nuestras de forma tranquila o acelerada la comprensión profunda siempre está. Tengo amigos sagrados y estos lo son. Con algún amigo hablo casi todos los días con otros de vez en cuando. Sosiegan el alma.

Hoy me pasaron la canción de la fiesta de Pedro Capó y aplico a mis amigos eso que dice que la buena gente no se entierra se siembra. Mis amigos siembran bien sin esperar a recoger la cosecha, son generosos y donan el fruto.