Los incontables daños físicos y psíquicos que cualquier conflicto bélico produce
El pasado viernes 10 se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. Es un día muy apropiado para volver sobre dos ideas importantes sobre trastornos en salud mental y conflictos bélicos, que no aparecen en la opinión pública con la suficiente conciencia de la fuerza existente entre ambos.
La primera idea básica es que sabemos que una guerra es la expresión más clara de fracaso total desde el punto de vista de la razón humana. El conflicto bélico es la vuelta al estado pre-humano en el que la comunicación verbal, las negociaciones, la búsqueda de acuerdos no tienen lugar; es una vuelta a la naturaleza exclusivamente animal, pues en la guerra, la palabra como vehículo de comunicación humana se destierra. Y en psicología, en psicopatología, sabemos que si en cualquier conflicto entre humanos no existen las palabras, el conflicto jamás se resolverá, sino que tenderá a repetirse indefinidamente.
La otra idea que obliga a tener en cuenta los efectos de las guerras en la salud mental de la población es que no solamente causan heridos y muertes entre los combatientes y muy frecuentemente también en la población civil, sino también y más numerosos que los muertos y los heridos, causan ENFERMOS CON PATOLOGÍAS MENTALES que no solamente ellos mismos sufren estas patologías, sino que además transmiten genéticamente el trauma sufrido a generaciones posteriores, como experiencias científicas de epigenética han demostrado en estudios de poblaciones numerosas que han sufrido grupos numerosos de mujeres víctimas en la guerra de Siria y en mujeres holandesas en la II Guerra Mundial.
Los duelos por la pérdida de seres queridos en las guerras, los cuadros de stress postraumático en numerosos combatientes que han vivido situaciones muy traumáticas durante el conflicto, los heridos que han perdido algún miembro en el combate y cuya pérdida ha producido conflictos psíquicos que requieren tratamiento, las traumáticas situaciones de familias enteras que pierden sus hogares y/o tienen que dejarlos con violencia o por seguridad ( como en el presente está ocurriendo en Gaza y en Ucrania) suponen miles de personas de todas las edades, niños, jóvenes y mayores, que han perdido su bienestar cotidiano y su salud mental.
Solamente reflexionar sobre esta interminable lista de traumas psíquicos que producen las guerras, da lugar a una convicción profunda de que la Paz es el bien supremo en cualquier conflicto que pueda existir entre dos colectividades.
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